Proceso de Paz en Centroamérica
Describir los orígenes del Plan de Paz, proyecto del presidente Oscar Arias, resulta toda una aventura intelectual: se trata del resultado de una larga cadena de ideas que comienzan a madurar mucho antes de su toma de posesión.
El Plan de Paz conlleva el deseo de devolverle a los centroamericanos la conducción de las negociaciones que ponen fin a los conflictos armados en la región, negociaciones que fueron monopolizadas, desde 1984, por el grupo de Contadora y el grupo de Apoyo. En otras palabras, se propone que sean los mismos centroamericanos los que alcancen la paz que tanto anhelan.
En 1986, después de casi tres años de haber iniciado el proceso de Contadora, éste mostraba signos inequívocos de agotamiento, razón por la cual el presidente Arias, en su discurso del 8 de mayo, deja muy clara su creciente impaciencia hacia los pocos logros alcanzados. Dice Arias:
«Es necesaria una nota de advertencia para quienes dudan de las soluciones diplomáticas y del poder del diálogo internacional para evitar derramamientos de sangre. Es insensato confundir el diálogo con la debilidad. Es imprudente desvirtuar la gestión diplomática con fines desleales.
Por esta razón, las negociaciones diplomáticas no deben prolongarse indefinidamente. Aceptar tales actitudes sería desnaturalizar el sentido del diálogo convirtiéndolo en instrumento de engaño, en burla a la buena fe. Los costarricenses demandamos la fijación de plazos perentorios para el cumplimiento cabal de los compromisos adquiridos.»
La última semana del mes de mayo se lleva a cabo la primera reunión de presidentes centroamericanos en la ciudad de Esquipulas, Guatemala. Nunca antes había sido posible realizar una reunión de mandatarios de Centroamérica, ya que el Gobierno de Washington no permitía, a las llamadas «democracias centroamericanas», reunirse con el gobierno Sandinista de Daniel Ortega. Poco tiempo después de la reunión de Esquipulas, Nicaragua acusa a Costa Rica ante la Corte Internacional de la Haya por una supuesta complicidad con las actividades de los Estados Unidos en perjuicio de Nicaragua. Ese acontecimiento desata una etapa crítica de las relaciones diplomática entre los dos países, que lleva al Presidente Arias a declarar al régimen de Nicaragua como una amenaza hacia la consolidación de la democracia en Centroamérica.
En setiembre de ese año, Arias viaja a la Asamblea General de Naciones Unidas, donde presenta un bosquejo de la situación centroamericana, que incluye una condena a los sandinistas, la primera condena realizada por Arias a tan alto nivel y con gran difusión internacional. En esa ocasión manifiesta:
«Queremos que, en La Haya, el mundo entero vea la verdad oculta de una Nicaragua donde Sandino fue traicionado una vez más. Hace siete años Sandino resucitó para celebrar la libertad de un pueblo. Una vez más, lo han asesinado».
Ningún acontecimiento es más importante para la elaboración final del Plan de Paz del Presidente Arias como su visita a Washington en diciembre de 1986. Arias llega a la capital de los Estados Unidos en medio de la controversia del escándalo Irán-Contras, y su presencia en Washington produce especial expectativa, tanto en el Congreso como en los medios de comunicación, ávidos de recoger, del Presidente Arias, declaraciones sobre el debate interno que en ese momento tiene lugar en los Estados Unidos. Sin embargo, el mandatario costarricense deja claro al presidente Ronald Reagan y a la opinión pública, que la guerra en Centroamérica no es la solución para superar la crisis. Aprovecha su visita y se reúne con congresistas, senadores y académicos, reuniones que ayudan a delinear los últimos puntos de su Plan de Paz.
En febrero de 1987, Arias invita a los presidentes centroamericanos a una reunión de estudio del documento «Una hora para la Paz» que, días antes, les había hecho llegar. La demanda que Nicaragua tiene presentada ante la Corte de La Haya contra el país impide que el presidente Arias invite al presidente Daniel Ortega a esa reunión. Sin embargo, el documento «Una hora para la Paz» invitaba a Nicaragua a discutir, en igualdad de condiciones, una propuesta de paz con las demás naciones centroamericanas. «Una hora para la Paz» dejaba claro que la «Contra nicaragüense», así como cualquier otra manifestación violenta en la región, eran parte del problema y no de la solución.
La propuesta del Presidente Arias es recibida con gratitud y optimismo por la mayoría de los países del mundo, e incluso Nicaragua acepta sentarse en la mesa de negociación con los otros presidentes centroamericanos. No obstante, en Washington no vieron con buenos ojos la propuesta de Arias, ya que la Casa Blanca esperaba que, en San José, se denunciara solamente al gobierno sandinista y se aceptara a la Contra como parte de la solución. Arias inicia de nuevo una férrea campaña diplomática y viaja a México para agradecer los esfuerzos del Grupo de Contadora y pedir apoyo a su Plan de Paz. Dialoga con senadores y congresistas norteamericanos, viaja a Europa y visita a los líderes políticos de Portugal, España, Inglaterra, Bélgica, Alemania, Francia, Italia, Ciudad del Vaticano y la Comunidad Económica Europea. A todos ellos, Arias les explica el Plan de Paz y la importancia que tiene éste para un país sin ejército, como Costa Rica, así como la necesidad de que la solución al conflicto armado llegue por medio de decisiones pacíficas y propias de los centroamericanos.
De regreso a Costa Rica, el presidente Arias comprueba las presiones que ejercía los Estados Unidos para que la reunión de Esquipulas II, programada para agosto de 1987, se postergara o se cancelara.
En un acto de astucia política, el Presidente Arias visita a todos los presidentes centroamericanos, con el propósito de escuchar y valorar cada una de sus objeciones hacia su Plan de Paz. Les pide que, por primera vez, no permitan que las presiones de los Estados Unidos impidan la opción de sentarse a dialogar. Para ese momento el futuro del Plan de Paz es incierto y la prensa internacional, y especialmente la prensa nacional, anuncian el inminente fracaso de la reunión de presidentes. Sin embargo, el presidente Arias se niega a reconocer la posibilidad de la derrota y confía plenamente en la asistencia de todos los presidentes a la reunión en Guatemala; está seguro de que al final el diálogo, y no la confrontación, va a prevalecer. Como manifestación de gratitud, de solidaridad y de apoyo a los esfuerzos realizados por Arias para pacificar Centroamérica, los ex Presidentes de Costa Rica, José Figueres, Daniel Oduber, Mario Echandi, Rodrigo Carazo y José Joaquín Trejos le dan su absoluto apoyo. Esta actitud reconforta al Presidente Arias, y le confirma que sus actuaciones respetan el derecho a la paz de todo un pueblo.
El presidente Arias, renovado y fortalecido por el apoyo de los costarricenses, parte hacia Guatemala. Contra todo pronóstico, contra todos los augurios de derrota, contra minorías extremas, contra intereses mezquinos, la reunión se lleva a cabo con la asistencia de todos los presidentes de Centroamérica. Los presidentes se comunicaron con el leguaje de los centroamericanos, mirándose a los ojos y escuchando las súplicas de sus pueblos. Dejan de lado las presiones y las amenazas, y deciden que había llegado la hora, para los centroamericanos, de tomar en sus manos sus propios destinos. Había llegado el momento de suscribir un procedimiento para establecer la paz firme y duradera en Centroamérica. Incluía los siguientes compromisos:
1. Reconciliación nacional, diálogo y comisiones nacionales de reconciliación.
2. Exhortación al cese de hostilidades.
3. Democratización.
4. Elecciones libres.
5. Cese de la ayuda a las fuerzas irregulares o a los movimientos insurreccionales.
6. No al uso del territorio para agredir a otros Estados.
7. Negociación en materia de seguridad, verificación, control y limitación de armamentos.
8. Ayuda a refugiados y desplazados.
9. Cooperación, democracia y libertad para la paz y el desarrollo.
10. Verificación y seguimiento internacional.
11. Calendario de ejecución de compromisos.
Luego de firmar el Plan de Paz, una india guatemalteca, quien llevaba un niño en brazos, se acercó al Presidente Arias para decirle: «gracias Presidente por este niño que llevo en mis brazos y por devolverme el que tengo peleando en las montañas.» El presidente Arias nunca olvidó esas palabras.
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Entrevista al Dr. Oscar Arias Sánchez
Documental «Unidos en la Paz»
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