Discurso pronunciado por el Dr. Oscar Arias Sánchez, Ministro de Planificación Nacional y Política Económica, el 19 de marzo de 1975, en la inauguración de la I Feria Nacional de Artesanía, en la Avenida Fernández Güell de la ciudad de San José.
Un compromiso mucho más amplio
Al elaborar el Plan Nacional de Desarrollo, y entre sus principales capítulos, la Oficina de Planificación incluyó el Programa Nacional de Artesanía y Pequeña Industria.
No se crea, sin embargo, que esta decisión del gobierno en beneficio de los artesanos y de los pequeños industriales obedece solamente a razones de tipo económico.Hay motivos mucho más profundos que inspiran esa acción, motivos que arrancan de nuestra historia misma y de nuestro propio ser y que fundamentan y enriquecen todo plan de desarrollo económico. Es, en verdad, un compromiso mucho más amplio, un compromiso con nuestra cultura y nuestras tradiciones.
Dimensiones
El papel del artesano tiene tres dimensiones. Resume el arte y la gracia de esas tradiciones nacionales. Expresa el espíritu creador del pueblo y la necesidad del esfuerzo propio en el desarrollo de una nación. Humaniza el desarrollo económico del país. De ahí nuestro interés en que esta importante actividad nacional florezca y se proyecte en todos los niveles de la acción económica, máxime si se tiene en cuenta que la artesanía y la pequeña industria representan más del 90% de las empresas del sector industrial de Costa Rica.
La mecanización del ser humano
Uno de los problemas más graves del mundo moderno es el de la mecanización del ser humano, que termina por convertirlo en un objeto o en un ser despersonalizado, que actúa por impulsos externos y no por voluntad y decisión propias. Dolorosos son los casos de aquellos seres humanos que, pletóricos de energías espirituales y de ímpetu creador, terminan por ser partes de un engranaje material o mecánico, o de aquellos que, por exceso de especialización, pierden la visión de conjunto y se anulan como trabajadores y como personas.
Ante estos efectos de la sociedad industrial, resalta aún más la labor del artesano, que combina el arte con la actividad económica, la creación personal con su contribución al desarrollo del país. La labor del artesano es la expresión de la persona humana que, en vez de ser dominada por la economía, subyuga a ésta y la humaniza.
Si el gobierno de la República ha decidido estimular el trabajo del artesano, no es para someterlo al carro del Estado o para burocratizarlo. Lejos de esto, lo que se pretende es enriquecer su esfuerzo personal e, indudablemente, aprender de él.
El alfa y omega de la economía
El desarrollo económico y social del país no ha de ser función exclusiva del Estado. Si el ser humano es el alfa y omega de la economía, esto es, su motor y su objetivo, la acción del Estado no es anular las fuerzas o energía espirituales del hombre, sino brindarle a éste toda suerte de recursos para que se convierta en la célula primaria del desarrollo económico.
Pese al progreso económico y al avance de la tecnología, la experiencia de estos años nos demuestra que el hombre no puede alejarse de ciertas fuentes primarias, como no puede divorciarse, en el orden moral, de ciertos principios que, contra el tiempo y el espacio, permanecen inalterables. Es necesario retornar a esos valores y normas permanentes, hacer posible el encuentro del hombre consigo mismo y con sus potencialidades.
Uno de esos principios es, precisamente, el valor del esfuerzo propio, el espíritu creador del hombre, en fin, de la libertad humana en todo su despliegue.
No se trata, entonces, de una pose meramente romántica o solo de un acto de justicia, si proclamamos la importancia singular del artesano y el pequeño industrial en el desarrollo del país. Es el retorno a nuestra nacionalidad, a nuestro ser histórico, a la expresión auténtica de nuestras mejores tradiciones.
Retorno a nuestras tradiciones
Esta feria, en la que compartimos experiencias y conocimientos, este triunfal retorno a nuestras tradiciones, no es solo un recuerdo o un deleite espiritual pasajero, sino la apertura de una ancha ruta nacional por la que habremos de transitar, sin temor y con entusiasmo, de ahora en adelante, inspirados por las tres ricas vertientes de acción del artesano: enriquecimiento de las tradiciones nacionales, espíritu creador y esfuerzo propio, y humanización del proceso económico.