Óscar Arias Sánchez, Presidente de la República, 01 de mayo de 2007.
Señor Presidente, señoras y señores diputados:
Vengo a rendir cuentas
Vengo ante ustedes para cumplir con un imperativo constitucional, pero también para presidir una celebración de lo mejor de nuestra vida republicana. Nos acompañan en este recinto tradiciones democráticas centenarias que tienen en su centro el sagrado deber del gobernante de rendir cuentas, deber que emana del mandato entregado por el pueblo. Nos acompaña aquí la fe en la división de poderes y en el sistema de pesos y contrapesos, como las mejores herramientas jamás diseñadas para controlar el ejercicio del poder y ponerlo al servicio de la libertad. Nos acompaña la creencia de que es en esta casa, la Asamblea Legislativa, definida por la diversidad de opiniones, intereses, ideales y sueños, donde la democracia y la nación costarricense han de componer las mejores notas de su partitura histórica.
Vengo con orgullo y con humildad
Vengo ante ustedes con optimismo por los sueños que he visto germinar en el último año, pero también con el sentido de urgencia que demanda la solución de tantos problemas pospuestos, de tantos zarzales capaces de apagar el jardín de nuestros más hermosos anhelos. Vengo con orgullo por lo que hemos empezado a construir, pero también con la humildad de saber que sin el concurso de todos los poderes del Estado, partidos políticos y grupos sociales aquí presentes, cualquier obra de gobierno será apenas una estela en el océano. Vengo con la certeza de que un año de gobierno es muy poco, casi nada, pero también con la convicción de que en la más larga de las epopeyas, el único momento imprescindible es aquel en el que damos el primer paso del camino.
Fijar rumbos y resolver problemas
Hace un año y tres meses, el pueblo costarricense me entregó un mandato para poner a Costa Rica a caminar de nuevo. No me entregó un mandato para contemplar impasible el paso del tiempo, para continuar evadiendo decisiones difíciles, o para administrar el presente sin sobresaltos. Me encomendó las dos tareas más elementales, pero más necesarias, que se le pueden pedir a un gobernante: fijar rumbos y resolver problemas concretos.
Pensar en grande
Fue un mandato construido del diáfano material de la verdad, labrado en el diálogo honesto con el pueblo y en la convicción, practicada a lo largo de toda mi vida, de que el único liderazgo transformador es aquel que es capaz de decirle siempre a los ciudadanos lo que deben saber, y no lo que quieren oír. No recorrí todos los pueblos de Costa Rica para ofrecer vergeles edénicos, tierras prometidas o curas milagrosas, sino, simplemente, para transmitirle a nuestra gente la convicción que me hace levantarme cada mañana: la de saber que Costa Rica tiene todo para llegar donde se lo proponga, pero primero tiene que perder el miedo al cambio y atreverse a pensar en grande.
Dije que Costa Rica todavía podía llegar a tiempo al Bicentenario de su Independencia como una nación desarrollada, y que, por eso, daría lo mejor de mi esfuerzo para enfrentar ocho tareas prioritarias, ocho compromisos que asumí ante el país: combatir la pobreza y la desigualdad; integrar a Costa Rica al mundo para crear empleos de calidad; reformar el sistema educativo para ponerlo a tono con el Siglo XXI; combatir la delincuencia y las drogas; poner en orden las prioridades del Estado; recuperar la infraestructura nacional; ennoblecer nuestra política exterior; y luchar contra la corrupción. Ese es el mandato de la mayoría de los costarricenses, y no me apartaré de él.
Es por eso que hoy vengo a rendir cuentas sobre el primero de los compromisos de mi gobierno: el de Luchar contra la pobreza y la desigualdad.
Una patria sin miseria
He dicho muchas veces que es inaceptable la pasividad frente a los dolores cotidianos del millón de compatriotas que viven en la pobreza. No será este gobierno, elegido por los más humildes, el que permita el abandono definitivo de las mejores tradiciones de la nación costarricense. Porque la expansión de las oportunidades y la búsqueda del desarrollo humano han sido el hilo conductor de nuestra travesía histórica. La búsqueda del mayor bienestar, para el mayor número, será siempre la estrella que guíe los pasos de esta Administración.
Mejor inversión social
En el primer año de gobierno, hemos dado pasos firmes para que las políticas sociales recobren el vigor y la efectividad que las definieron durante muchas décadas; para convertirlas, de nuevo, en un instrumento para la expansión de las libertades y oportunidades de todos los costarricenses. Para ello hemos reforzado el financiamiento de los programas sociales, pero también sus mecanismos de articulación, evaluación y ejecución. Aspiramos a tener más inversión social, pero también mejor inversión social.
Fortalecimiento del IMAS
Esto último debe ser enfatizado con todas sus letras: esta Administración tiene un compromiso inquebrantable con los miembros más humildes, más vulnerables y más débiles de nuestra sociedad. La variedad de acciones en que se ha traducido este compromiso, desafía cualquier intento de resumirlas. Por ello, sólo me permitiré mencionar unos cuantos ejemplos.
Con el apoyo generoso de todas las fracciones legislativas, impulsamos y logramos la aprobación del proyecto de fortalecimiento del IMAS, que le permite hoy a esta institución disponer de más de cinco mil millones de colones adicionales en la lucha contra la pobreza extrema.
Régimen no contributivo
Para julio del presente año, habremos triplicado las pensiones del régimen no contributivo, para darle un nivel de vida respetable a una de las poblaciones más vulnerables del país: los más de cincuenta mil adultos mayores que se encontraban en condición de pobreza al inicio de esta Administración. A partir del mes próximo, por primera vez, estas pensiones estarán por encima del costo de la canasta básica, llevando así tranquilidad y dignidad a numerosas familias.
Personas con discapacidad
El mismo espíritu de compromiso social, nos impulsó a suscribir, en el seno de las Naciones Unidas, la Convención para la protección de los Derechos de las Personas con Discapacidad, el primer Tratado de Derechos Humanos que se firma en el Siglo XXI, un paso histórico con el que empezamos a saldar una deuda de solidaridad para con este importante grupo de nuestra población.
Niñez y adolescencia
Al mismo tiempo que nos ocupamos de la población adulta mayor, hemos realizado un esfuerzo significativo por articular las políticas de atención integral a la niñez y a la adolescencia en condición de pobreza y exclusión social. Los recursos presupuestados por la presente administración para el Patronato Nacional de la Infancia, son hoy un 32,5% superiores a los del 2006. El primer año de este gobierno ha visto el nacimiento de 57 nuevos Comités Tutelares de los Derechos de la Niñez y la Adolescencia, cuya creación establece sistemas de protección de la infancia a escala local, y promueve la responsabilidad de la dirigencia comunal en la salvaguardia de los derechos de la niñez y de la adolescencia.
Erradicación de precarios
Hemos emprendido un esfuerzo sin paralelo en los últimos lustros para la erradicación de los precarios, que son la muestra más elocuente de nuestras injusticias sociales. Fortaleciendo al BANHVI, hemos logrado, en el transcurso del último año, una reducción de más de un 4% de las familias que habitan en tugurios, una cifra pequeña y ciertamente insuficiente, pero crucial, porque marca la reversión de una tendencia profundamente destructiva. Apenas empezamos a erradicar tugurios, pero ya hemos empezado.
Fortalecimiento del Ministerio de Salud
No es lo único que estamos revirtiendo. Estamos restituyendo un sentido de orientación a toda la gestión de la salud pública, a partir de un fortalecimiento de la rectoría del Ministerio de Salud, del mejoramiento de la gestión institucional, y de la reactivación de inversiones largamente pospuestas.
La Caja Costarricense de Seguro Social
En materia de salud, hemos abierto 16 nuevos EBAIS y fortalecido el Programa de Nutrición y Desarrollo Infantil, que permitirá en el curso del presente año la creación de no menos de 15 nuevos CEN-CINAIs, y la reparación y el equipamiento de no menos de 100 centros. Durante el 2006, hemos reducido en un 75% los casos de dengue y en un 52% los casos de malaria. Pero más importante que todo eso, es nuestra disposición estratégica de rescatar la infraestructura y el sentido de rumbo de la Caja Costarricense de Seguro Social.
Lo he dicho muchas veces y lo diré cuantas veces sea necesario: mientras yo sea Presidente, la salud pública seguirá siendo pública; el derecho a la salud seguirá siendo sagrado, y la Caja de Seguro Social seguirá siendo de todos los costarricenses y para todos los costarricenses.
Avancemos
Sin embargo, creo que ningún esfuerzo es más emblemático del énfasis de la política social de este gobierno que el Programa “Avancemos”, una de las más importantes innovaciones de nuestras políticas sociales desde hace muchas décadas, y la pieza maestra de una estrategia sostenida de lucha contra la pobreza. Como ustedes conocen, este programa se inició desde el mes de julio pasado, y consiste en la entrega de una transferencia monetaria mensual a las familias en condición de pobreza y exclusión social, que tengan entre sus miembros a adolescentes y jóvenes, con edades entre los 12 y los 21 años. Esta transferencia está condicionada a que permanezcan en el sistema educativo con un rendimiento satisfactorio.
Pero “Avancemos” entrega mucho más que dinero. Entrega a sus beneficiarios el orgullo de ser co-responsables en la construcción de sus propios sueños, y no sólo receptores de la caridad pública. Entrega a las mujeres jefas de hogar de las familias más humildes, la esperanza de que sus hijos superen, de la mano de los libros y el conocimiento, la trampa infernal de la pobreza. Y nos entrega a todos la certeza de que muy pronto haremos realidad el anhelo de Mauro Fernández, de Omar Dengo, de Roberto Brenes Mesén, de Uladislao Gámez, y de tantos educadores visionarios que tejieron la urdimbre de nuestra historia, persiguiendo el sueño de que todo joven bajo nuestro cielo, complete al menos la educación secundaria.
Hoy puedo decir con orgullo que, al finalizar el pasado mes de abril, el programa había cubierto a más de cincuenta y dos mil estudiantes, con una inversión total de mil seiscientos millones de colones. Y esto es apenas el principio. Para el final del presente año lectivo, extenderemos su alcance a ochenta mil estudiantes, y para el año 2008 habremos cubierto a la totalidad de los beneficiarios potenciales, esto es, ciento cuarenta mil estudiantes.
Esa es la verdadera lucha por construir una patria sin miseria; esa es la verdadera solidaridad y el verdadero progresismo, que no ve en el dolor ajeno una oportunidad para el discurso político o la pose ideológica, sino una tierra fértil donde abrir surcos de oportunidades para quien más las necesita. Pero es, como dije, apenas el principio. Es evidente que nos falta mucho por recorrer, y en buena parte del camino restante es imperiosa la colaboración de ustedes, señoras y señores diputados.
Estructura tributaria
Sobre todo, porque nos falta emprender la más importante tarea en la lucha contra la pobreza y la desigualdad: hablo de la transformación de nuestra estructura tributaria. Estoy seguro de que todos los que vivimos y producimos en Costa Rica, deseamos un futuro con más desarrollo humano y más oportunidades para los habitantes de este país. Pero hay que ser congruentes. No se puede querer el fin, sin aceptar también los medios que nos pueden llevar a él.
Inversión social
Estoy convencido de que la política, si ha de tener sentido, debe ser una constante lucha por conquistar ideales supremos frente a tenaces resistencias. Les repetiré aquí lo mismo que dije, una y otra vez, durante la campaña electoral: cada gira que hago por el país, cada camino rural que encuentro en ruinas, cada escuela que visito donde faltan los pupitres, pese a que sobran las ganas de aprender, cada niño que veo ofreciendo estuches de teléfono celular en un semáforo, cada comunidad marginal que me pide educación para superar la vergüenza de la miseria, cada testimonio de un acto de violencia en nuestras calles que pudo ser prevenido con una mayor presencia policial, me convence de que los más privilegiados de esta sociedad tenemos una obligación urgente. De nosotros depende que el estado costarricense pueda cumplir, en forma adecuada, las funciones en las cuales no puede, ni debe, ser sustituido por la iniciativa privada. Costa Rica no podrá caminar hacia el futuro si nuestra inversión social no aumenta significativamente en cantidad y calidad. De no ser así, no tendremos desarrollo, ni justicia social, ni paz. Estoy convencido de que la creación de un sistema eficiente y progresivo de recaudación de impuestos e inversión social, es vital para nuestro porvenir. Hacer posible esa transformación será una de las grandes prioridades de esta Administración durante el 2007. Hoy les invito a que, sin dilaciones, ni excusas, la hagamos realidad.
Vengo a rendir cuentas sobre el segundo de los compromisos de mi gobierno: el de Integrar a Costa Rica al mundo para crear empleos de calidad.
Lucha contra la pobreza
Como parte de la estrategia de lucha contra la pobreza –no separada de ella, sino en función de ella—he defendido una política productiva que tiende al mejoramiento sostenido de la competitividad, a la apertura gradual de la estructura productiva, a una inserción inteligente en la economía global y, en última instancia, a la creación de más y mejores empleos para los costarricenses.
Esa es la única ruta que nos puede conducir al crecimiento económico sostenido, a la continua creación de empleos formales y a la reducción permanente de la inflación, logros necesarios si queremos expandir las oportunidades para todos los costarricenses. Eso es exactamente lo que, con esa combinación de políticas, hemos venido haciendo durante este primer año de gobierno.
Economía en expansión
En este año, hemos visto florecer a la economía costarricense como hace mucho tiempo no lo hacía. Hemos presenciado una expansión, en el año 2006, de casi un 8% del Producto Interno Bruto, la cifra más alta de los últimos 6 años. Nuestra tasa de desempleo abierto es menor a la de hace un año y es, hoy por hoy, la segunda más baja de toda América Latina, aunque ciertamente continúa siendo muy lejana a nuestras expectativas, a nuestras posibilidades y, sobre todo, a las legítimas demandas de nuestro pueblo.
Todo ello ha sucedido mientras la inflación caía a su nivel más bajo en los últimos 13 años, mientras la devaluación se reducía prácticamente a la mitad de la experimentada en el 2005, y mientras las tasas de interés experimentaban un descenso de más de ocho puntos en el último año. Señoras y señores diputados, eso no es simplemente un frío logro contable o un motivo de regocijo para los economistas; eso es más dinero al final del mes en el bolsillo de las familias trabajadoras, más oportunidades de bienestar para la clase media, y más posibilidades de inversión para nuestros empresarios. Eso es, en última instancia, la más efectiva forma de luchar contra la pobreza.
Generación de confianza
El gobierno no ha sido ni el único ni el principal responsable de nuestro excelente desempeño económico. Es también, y sobre todo, el mérito de nuestros empresarios y nuestros trabajadores, que son capaces de desplegar lo mejor de su talento cuando tienen certeza del rumbo de la nave, y confianza en quienes la conducen.
Gestión fiscal
No abrigo ninguna duda de que en la generación de esa confianza, ha sido fundamental una gestión fiscal no simplemente prudente, sino también responsable. Porque la prudencia no es suficiente para describir una gestión en que, en ausencia de una reforma fiscal, logramos aumentar la recaudación tributaria en más de medio punto del Producto Interno Bruto, y los ingresos del Gobierno Central prácticamente en una cuarta parte. Ello ha sido posible, en gran medida, por nuestro firme compromiso de combatir la evasión fiscal en todas sus formas.
La prudencia no es suficiente para reseñar una gestión en la que hemos sido capaces de disminuir el déficit fiscal a la cifra más baja en muchos años, y de reducir en términos reales el Presupuesto de la República. Todo esto, mientras aumentamos en más de un 26% los recursos dedicados al Ministerio de Educación Pública, para cumplir, por primera vez, con el imperativo constitucional de invertir un 6% del Producto Interno Bruto en educación. De igual manera, hemos incrementado el presupuesto del Ministerio de Seguridad Pública en más de un tercio, paso necesario para empezar a cubrir los grandes rezagos de nuestra fuerza policial. Eso no es prudencia: es visión, es responsabilidad, y es coherencia entre la prédica de campaña y la obra de gobierno.
Costa Rica no tiene nada que temer
Son esas las señales que ha atendido nuestro sector productivo, que continúa mostrando que Costa Rica no tiene nada que temer, y sí mucho que ganar, de la inserción en la economía mundial. No otra cosa nos dicen, una y otra vez, nuestros exportadores, que hicieron posible un crecimiento de un 17% de las exportaciones el año pasado. De febrero del 2006 a enero del 2007, las exportaciones alcanzaron casi ocho mil cuatrocientos millones de dólares.
Costa Rica es hoy una economía vinculada al mundo como nunca antes. Lo vemos también en los flujos de inversión extranjera directa, que alcanzaron en el 2006 más de mil cuatrocientos millones de dólares, una cifra que duplica la del año anterior y que es, por mucho, la más alta de las últimas décadas.
Por más que algunos la cuestionen, esa es la ruta que debemos seguir, porque es la que corresponde a un país con un mercado interno de los más pequeños del mundo. No sólo eso: esa es también la ruta con la que soñaron los pioneros que hicieron de Costa Rica una nación no sólo viable, sino ejemplar, a partir de la exportación de café, hace ya casi dos siglos.
Tratados de Libre Comercio
Esa senda, la de la integración con el mundo, es la que debemos seguir, sin retrocesos ni temores. Es por eso que seguimos insistiendo en la necesidad de aprobar el Tratado de Libre Comercio entre República Dominicana, Centroamérica y Estados Unidos; es por eso que hemos impulsado, desde mayo pasado, la preparación para el inicio de las negociaciones para suscribir un Acuerdo de Asociación con la Unión Europea; es por eso que, en los últimos meses, hemos reactivado las negociaciones del Tratado de Libre Comercio con Panamá; es por eso que seguiremos insistiendo en la profundización de la integración económica centroamericana.
Pero la promoción del sector externo de la economía no basta. Es insuficiente una estrategia comercial que no esté sustentada en un apoyo sistemático del Estado a los sectores productivos, no para protegerlos de la competencia, sino para darles las herramientas que les permitan enfrentarla exitosamente.
Sector productivo
Desde el inicio de este gobierno, hemos introducido el concepto de “Sector Productivo”, como concepción capaz de integrar las políticas dirigidas a todos los sub-sectores generadores de riqueza. Esta noción se ha traducido en un amplio esfuerzo de reforma institucional, cuyo primer hito fue el establecimiento de la rectoría del Sector Productivo, que hoy permite coordinar, desde una misma institución, servicios que se encontraban dispersos en múltiples instancias administrativas.
PYMES
Hemos desencadenado desde el gobierno numerosas iniciativas en apoyo a las pequeñas y medianas empresas, como las más grandes generadoras de empleo y oportunidades económicas en nuestro país. Diversos programas, como el de la ventanilla única de creación de nuevas empresas, forman parte de un agresivo esfuerzo emprendido para solventar uno de los lastres que detienen el desarrollo de nuestros pequeños, y aun de nuestros medianos y grandes empresarios: el exceso de trámites.
Banca para el desarrollo
Ese esfuerzo ha sido complementado con el impulso a una de las iniciativas prioritarias de nuestra política productiva: la reactivación de la banca para el desarrollo. El Gobierno de la República no permanecerá impasible ante las angustias de tantos pequeños productores que ven con frustración cómo el sistema financiero, casi siempre, presta los recursos a quien mejor demuestra que no los necesita. Por eso celebro que la Comisión de Banca para el Desarrollo de esta Asamblea Legislativa, haya dictaminado afirmativamente este proyecto.
Turismo
Y precisamente por la misma razón, porque está compuesto en su gran mayoría por pequeñas empresas, y porque cumple una poderosa función redistributiva, sobre todo en las zonas de menor desarrollo humano del país, hemos reforzado el apoyo al sector turismo, hoy por hoy generador de casi el 8% de nuestro Producto Interno Bruto, y de casi cuatrocientos mil empleos directos e indirectos en el país.
Pese a que la llegada de visitantes siguió creciendo durante el año 2006, hasta alcanzar un número de un millón setecientos mil, estamos lejos de estar satisfechos. Durante el último año, hemos realizado un intenso esfuerzo para enfrentar obstáculos y cuellos de botella que dificultan el crecimiento del sector turístico.
Policía Turística
Del mismo modo, hemos luchado decididamente por solventar los problemas de seguridad experimentados por los turistas nacionales y extranjeros. Mediante un convenio firmado al inicio de esta Administración entre el Instituto Costarricense de Turismo y el Ministerio de Seguridad Pública, creamos la Policía Turística, cuyas labores ya han empezado a dar frutos: en los primeros tres meses de este año, ha disminuido en un 15% el número de delitos cometidos contra extranjeros, con respecto al mismo período del año anterior.
Inversión energética
Hoy somos una economía más competitiva que hace un año. Sin embargo, si hemos de continuar en esta ruta, es perentorio enfrentar los enormes desafíos que tenemos en materia energética.
Los problemas energéticos que hemos experimentado en los últimos días no son accidentales, ni coyunturales. Son fruto de cuatro causas fundamentales, ninguna de las cuales es de fácil solución.
En primer lugar, tenemos la realidad del calentamiento global, que ya ha empezado a tocar nuestras puertas y que hace que los ciclos climáticos, como la llegada de las lluvias, sean más impredecibles.
En segundo lugar, muchas de las plantas de generación eléctrica del ICE y sus empresas subsidiarias, particularmente las plantas térmicas, que generan electricidad a partir del uso de hidrocarburos, tienen tres y cuatro décadas de uso, están casi obsoletas y funcionan en forma precaria, enfrentando altos riesgos de fallas, como las que hemos visto últimamente.
En tercer lugar, las últimas administraciones, en algunos casos por buenas razones y en otros por malas razones, han limitado la capacidad del ICE para hacer las inversiones requeridas en materia de generación eléctrica. Como en tantas otras cosas en este país, durante muchos años la política energética de los gobiernos se ha hecho sin planificación, sin más guía que la ocurrencia o la defensa de intereses inmediatos. Esta falta de previsión no nació en esta administración, pero ahora nos toca apechugar con ella.
En cuarto lugar, están los prejuicios ideológicos que nublan el entendimiento de algunos actores muy importantes en las decisiones del ICE. Esos prejuicios han satanizado la participación del sector privado en la generación de energía eléctrica y la han visto como una traición al ICE. El resultado directo de esos desvaríos ideológicos está a la vista: en un momento en que el petróleo ha llegado a casi US$70 por barril, el ICE está obligado a generar cada vez más energía eléctrica mediante el uso de plantas térmicas, porque tiene prohibido por ley comprarle más energía a generadores privados, que la producen a partir de fuentes renovables. El costo económico de generar energía eléctrica en las plantas térmicas del ICE es hoy hasta cinco veces superior al costo de producción de muchos generadores privados. Y hablo únicamente de las consecuencias económicas, para no detenerme en las implicaciones ambientales, que son mucho peores. Como siempre, el costo de este indefendible prejuicio ideológico lo paga el pueblo costarricense en racionamiento eléctrico, en aumento de tarifas y en una creciente contaminación ambiental.
Impedir a la empresa privada colaborar en la solución del problema energético que enfrentamos no es una forma de proteger la pureza del ICE. Es una forma de sacrificar al pueblo costarricense en el altar de los dogmas de unos cuantos líderes sindicales. Y eso no lo permitiremos.
Esas cuatro causas se resumen en una frase: el futuro nos alcanzó. Hoy pagamos un largo itinerario de inercia, en el que no hicimos, ni lejanamente, todo lo que hubiésemos podido hacer para aprovechar nuestra enorme capacidad de generación eléctrica.
Como Presidente de la República, quiero ser enfático en que entiendo la molestia de todos los costarricenses frente a esta situación. Ante ustedes asumo la responsabilidad ineludible de enderezar los errores del pasado, para que nunca más la falta de visión y la inflexibilidad ideológica nos conduzcan a las tinieblas.
En el plano inmediato, hemos declarado el estado de emergencia que permitirá la ejecución de un plan de manejo de la crisis, para restituir a los costarricenses su derecho a un servicio público continuo en materia de energía. Asimismo, hemos instruido a las autoridades del ICE para que, con la colaboración del Banco Centroamericano de Integración Económica, inicien los estudios de factibilidad económica y técnica para realizar el Proyecto Hidroeléctrico Diquís, que permitirá, a partir del año 2016, una producción adicional de 640 Megavatios de energía eléctrica, mediante una inversión de US$1.400 millones.
De igual manera, desde hace meses, mucho antes de enfrentar los problemas actuales, dimos inicio a la imperiosa reforma estructural del sector energético. Para ello, promulgamos en el mes de octubre pasado un decreto que libera al ICE de ataduras innecesarias. Pero eso es insuficiente. Nos queda la urgente aprobación, por parte de esta Asamblea Legislativa, de la Ley de Fortalecimiento y Modernización del ICE, que le permitirá a la institución prepararse para darle a Costa Rica servicios de energía y telecomunicaciones de clase mundial.
Armonía con el ambiente
Somos una economía más competitiva no sólo porque crecemos más, sino también, y sobre todo, porque crecemos mejor. Y mejor significa, entre otras cosas, en armonía con el ambiente. Porque aquí debo señalar lo que la nación costarricense ya ha ido convirtiendo en parte de su credo: no queremos desarrollo económico desprovisto de sostenibilidad ambiental.
Es por eso que hemos dado prioridad a la modernización del Ministerio de Ambiente y Energía, como ente rector de un sector central para nuestro desarrollo presente y futuro. Y es por eso que le hemos dado un énfasis, consecuente con nuestro programa de gobierno, a la gestión moderna del recurso hídrico. Hemos iniciado ya la puesta en práctica del Plan Nacional para la Gestión Integrada del Recurso Hídrico, y con mucha satisfacción puedo decir que logramos, con el concurso patriótico de ustedes, señoras y señores miembros de esta Asamblea Legislativa, la aprobación del contrato de préstamo entre el Gobierno de Costa Rica y el Banco de Cooperación Internacional de Japón, que permitirá transformar los sistemas de tratamiento de aguas residuales y disminuir los niveles de contaminación de los ríos en el Área Metropolitana.
Nunca debemos olvidarlo: la Costa Rica productiva y desarrollada del futuro será verde o no será.
Temas pendientes y prioritarios
Estos son sólo algunos de los aspectos más visibles de la política productiva que hemos puesto en marcha en los últimos doce meses. Los éxitos que juntos, ustedes y nosotros, hemos obtenido, son apenas un augurio de lo que podemos lograr si mantenemos el rumbo y ponemos nuestro empeño en resolver, creativa y constructivamente, temas pendientes y prioritarios para el país. Algunos, como el establecimiento de la banca para el desarrollo y el fortalecimiento del ICE, ya están en conocimiento de esta Asamblea Legislativa. Otros, como la reforma fiscal, serán enviados a este Parlamento en su oportunidad. Para alcanzar estas metas, se requerirá de la voluntad de transigir de todos los sectores, y de nuestra responsabilidad, como líderes políticos, para situar siempre la búsqueda de la prosperidad de las familias costarricenses, por encima de nuestros intereses personales o partidistas.
Pero nuestra más importante asignatura pendiente en materia productiva es, por supuesto, la ratificación del TLC entre República Dominicana, Centroamérica y Estados Unidos.
Referéndum
No temo equivocarme al decir que para todos en el país ha sido un motivo de alivio, y también de orgullo, saber que, tras varios años de discutir sin pausa sobre este proyecto, finalmente los costarricenses tendremos una oportunidad para dar por concluido este debate de la mejor forma posible: expresando nuestra voluntad en las urnas. Debemos agradecer al Tribunal Supremo de Elecciones el coraje de tomar una decisión que abre una nueva etapa histórica en nuestro desarrollo democrático, como también debemos hacer un reconocimiento especial a ustedes, señoras y señores diputados, que mayoritariamente, hoy hace una semana, acogieron la propuesta que en este sentido les presentó el Poder Ejecutivo.
Iremos a un referéndum y eso me llena de alegría. No le temo a la voluntad soberana, porque más que a ningún general o estadista, más que a ningún líder o Presidente, le debemos al pueblo costarricense haber tomado las decisiones más sabias de nuestra vida nacional. En Costa Rica el rumbo del país no lo define un soldado agitando su rifle, sino un ciudadano poniendo su huella. Con tinta, y no con pólvora, hemos escrito las mejores páginas de nuestra historia.
Confianza en el pueblo costarricense
Tengo plena confianza en que sabremos escoger el camino correcto. Yo, por mi parte, como ciudadano y como Presidente de la República, ya escogí: voy a decir sí al TLC. Lo haré no porque sea perfecto para Costa Rica, sino, simplemente, porque es bueno para la mayoría de los costarricenses y porque, puestos en una balanza, son muchos más sus aspectos positivos, que aquellos sobre los que podamos abrigar dudas. Sobre todo, voy a decir sí al TLC, porque decir sí implica una cierta forma de entender a Costa Rica, su futuro y su relación con el mundo.
Voy a decir sí a una Costa Rica que sabe que, en los próximos 5 años, debemos crear trescientos mil puestos de trabajo para nuestros jóvenes, y no tendremos ninguna posibilidad de hacerlo si le cerramos la puerta al mundo. Voy a decir sí a una Costa Rica que comprende, que rehusarse a ratificar un acuerdo con la economía más grande del planeta, enviaría una señal profundamente negativa en sus relaciones comerciales con el resto del orbe. Voy a decir sí a una Costa Rica que entiende que un país pequeño que no exporta más y mejores bienes, tarde o temprano acabará exportando a su gente. Voy a decir sí a una Costa Rica que no hace residir la soberanía en la propiedad de los teléfonos celulares o en el tamaño de los aranceles, sino en su capacidad para generar oportunidades reales, para que sus futuras generaciones viajen en la vanguardia del mundo, y no en el cabús de la historia. Voy a decir sí a una Costa Rica que ve el porvenir con optimismo, que no se resigna a ver pasar el tiempo desde el refugio del pasado, que no le teme al resto del planeta, sino que lo abraza como la gran oportunidad para crecer y ser mejor. Por eso voy a decir sí.
Vengo a rendir cuentas sobre el tercero de los compromisos de mi gobierno: el de Reformar el sistema educativo para ponerlo a tono con el Siglo XXI.
Recuperar nuestro sistema de educación pública
A lo largo de toda mi vida, he creído que gobernar es educar. La evidencia de que disponemos nos enseña, más allá de toda duda, que el nivel educativo es la variable más determinante para predecir la prosperidad económica futura de individuos y naciones; y que la disparidad de oportunidades educativas es el factor que mayor peso tiene en la generación de las desigualdades sociales. Por eso, nuestro objetivo no puede ser menos que universalizar la educación secundaria, y asegurar también su calidad y su relevancia.
Para ello, en este primer año hemos puesto las bases de una profunda reforma educativa que implica, desde la modernización de algunas áreas de contenido, hasta el enfrentamiento decidido y valiente con viejas prácticas de clientelismo, que nuestra sociedad exige dejar atrás.
Con el apoyo generoso de esta Asamblea Legislativa, logramos la aprobación del “Proyecto de Equidad y Eficiencia de la Educación”, suscrito con el Banco Mundial, dirigido a fortalecer la educación en las zonas de población indígena y afro-costarricense, con el fin de reducir las desigualdades en el acceso efectivo al derecho a la educación. En esa misma línea, se encuentra el Programa Avancemos y la expansión del Programa de Comedores Escolares, que a finales del 2006 beneficiaba a diecisiete mil estudiantes más que al inicio de la administración.
Infraestructura educativa
Y al igual que en tantas otras áreas de la inversión pública, nos hemos decidido a recuperar el deterioro en el estado de nuestra infraestructura educativa. Para el año 2007, hemos presupuestado casi catorce mil millones de colones para la construcción y mantenimiento de centros educativos y la adquisición de terrenos, una cifra que duplica toda la inversión realizada en estos rubros en el año 2006.
Hemos dado pasos importantes para mejorar, de muchas maneras, la pertinencia de la educación y su impacto en la capacidad productiva y emprendedora de los estudiantes. Por un lado, se ha dado un impulso decidido a la expansión de la educación técnica, tanto en cobertura como en la diversidad de especialidades disponibles. También, se ha reforzado la enseñanza del inglés y el francés, haciendo más rigurosos los requisitos demandados a los docentes. Asimismo, se ha logrado acelerar y profundizar el proceso de conectividad de los centros educativos a Internet. Hoy, hemos duplicado la cifra de centros conectados, hasta llevarla a más de mil escuelas, colegios y demás centros de enseñanza.
Centros Comunitarios Inteligentes
Este último es un punto fundamental: si hemos de tener una educación de avanzada, que conduzca a la formación de personas más libres y más productivas, es menester reforzar su anclaje en la ciencia y en las tecnologías de la información y la comunicación. En ese sentido debo decir, con orgullo, que hemos iniciado un combate sin tregua a las brechas digitales. Uno de los instrumentos centrales en esta lucha, es el establecimiento de los Centros Comunitarios Inteligentes, que pretenden la regionalización del conocimiento a través de encuentros tecnológicos regionales y ferias científicas, y principalmente, a través de la utilización de los laboratorios informáticos instalados en las comunidades. Ya hemos instalado 20 centros comunitarios y esperamos, a finales de este año, haber beneficiado a cerca de 100 comunidades.
Sensibilidad artística
Igualmente importante, es que esa transformación educativa se haga formando costarricenses arraigados en los mejores valores de nuestra nacionalidad, abiertos al mundo y provistos de sensibilidad artística. Por eso, y atendiendo a nuestro compromiso de recuperar paulatinamente el 1% del Presupuesto Nacional para la cultura, en el año 2007 hemos dispuesto un aumento de casi una cuarta parte en los recursos asignados a este sector. Ello ha permitido iniciar proyectos claves como el Sistema Nacional de Escuelas de Música, el Fondo de Becas para Proyectos Artísticos y de Desarrollo Comunal, y el Proyecto de Desarrollo Cultural Comunitario.
Deporte en el país
De la misma manera, hemos reactivado una gran fiesta nacional, que es el gran semillero del deporte en el país. Los exitosos Juegos Deportivos Nacionales llevados a cabo en el mes de enero pasado, son el signo del compromiso de este gobierno de volver a celebrar las justas deportivas anualmente, como lo demanda la juventud costarricense y el desarrollo del deporte.
Temas pendientes y prioritarios
He aquí tan sólo algunos elementos de una visión educativa, científica y cultural a tono con los tiempos. Pero las tareas por realizar son inmensas. Ninguna es más perentoria, ni dirá más sobre nuestro compromiso genuino con el desarrollo humano, que la de elevar el financiamiento de la educación del 6% al 8% del Producto Interno Bruto. En particular, porque la decisión va mucho más allá de la aprobación de una norma constitucional, por grande que sea la carga simbólica y jurídica de ésta. La decisión tiene que ver, una vez más, con el aumento real de la carga tributaria, que es el requisito indispensable para alcanzar nuestra senda hacia un mayor desarrollo.
Vengo a rendir cuentas sobre el cuarto de los compromisos de mi gobierno: el de Combatir la delincuencia y las drogas.
Violencia y miedo
Nada afecta tanto la calidad de vida de los costarricenses como la sensación de vivir asediados por la violencia. Nada amenaza tanto la calidad de la convivencia democrática y nuestro apego a los valores civilistas, como la desconfianza mutua y las tentaciones autoritarias que acompañan al miedo. Como lo advertí al nombrar a mi gabinete, del éxito en el combate a la delincuencia depende la supervivencia de nuestra democracia y de nuestra convivencia civilizada. Es por eso que nos hemos propuesto ser duros con la delincuencia, pero más duros aún con sus causas.
Inversión en seguridad
Hemos iniciado ya una acelerada recuperación de la inversión en seguridad. El incremento en un 35% del presupuesto del Ministerio de Seguridad Pública ha servido, entre otros usos, para aumentar significativamente el número de efectivos policiales. Al concluir este año, el país contará con mil policías más, entre ellos doscientos oficiales para reforzar el sistema penitenciario. Para el final de esta Administración, tal y como se lo prometí a los costarricenses, habrá cuatro mil nuevas plazas de policía. Pero incluso este número no es suficiente. Por ello, con la aprobación de nuevos tributos, dedicaremos aún más recursos a este fin, tan importante para la merecida tranquilidad de la ciudadanía.
Combatir el narcotráfico
Asimismo, hemos realizado un enorme esfuerzo para combatir el narcotráfico y el consumo de drogas, ligados de muchas formas a la inseguridad y a las angustias de miles de familias costarricenses. Ese esfuerzo ha tenido éxitos sin precedentes en el área de la interdicción. Gracias a la colaboración entre las diversas dependencias del Ministerio de Seguridad Pública, el Organismo de Investigación Judicial y el Ministerio Público, los decomisos de droga en el país han pasado de un promedio anual de 3 ó 4 toneladas, a las 36 toneladas decomisadas en los primeros doce meses de este Gobierno.
Prevención del consumo
Paralelamente, hemos reforzado los programas de prevención del consumo, entre los que destaca el programa “Aprendo a valerme por mí mismo”, que ha llegado a cerca de cien mil escolares en todo el país. Hemos empezado ya los trámites para la construcción y equipamiento del Centro de Atención de los Niños, Niñas y Adolescentes con problemas de drogadicción, que vendrá a solucionar una de las más conspicuas carencias de nuestra política social.
Materia migratoria
Todo esto se ha complementado con una gestión transformadora en materia migratoria, que ha priorizado el combate directo a añejas formas de corrupción y criminalidad en esta materia. Hemos logrado la reducción sustancial del tiempo requerido para emitir visas y pasaportes, así como el impulso a la reforma a la Ley de Migración y Extranjería, que hará posible una gestión más ordenada del tema migratorio, y otorgará mayores recursos para que la Policía de Migración cumpla con sus tareas.
Pero debemos estar claros: en el área de la seguridad ciudadana, más que en la mayoría de los temas, el camino apenas empieza. La recuperación de niveles aceptables de seguridad para los costarricenses requiere de transformaciones legales, como la reforma a la Ley de Armas y Explosivos, o las reformas al Código Penal para el combate a la criminalidad organizada, tan sólo para mencionar algunas.
Vengo a rendir cuentas sobre el quinto de los compromisos de mi gobierno: el de Poner en orden las prioridades del Estado.
Reformar el estado
Costa Rica necesita un estado fuerte, capaz de influir en los procesos económicos y sociales, de manera oportuna y eficiente. Más que por su eficacia, el Estado costarricense está definido por el abandono de muchas de sus funciones esenciales, por la enorme dispersión institucional y, sobre todo, por una cultura en la que bloquear y controlar es mucho más importante que ejecutar. Cambiar este síndrome es una tarea inmensa, pero impostergable, en la que nos anima una idea básica: reformar el estado no significa destruirlo ni maniatarlo, tampoco significa simplemente despedir funcionarios; significa, ante todo, poner sus procedimientos y sus prioridades en orden, para que haga bien lo que sólo el estado puede hacer.
Por ello, desde los primeros días de mi gobierno, firmamos dos decretos ejecutivos para agrupar la caótica estructura de nuestro estado en 12 grandes sectores, bajo la rectoría de un ministro, haciendo posible niveles de coordinación inter-institucional abandonados hace ya mucho tiempo en el país.
Planificación y la evaluación
Hemos reactivado el Ministerio de Planificación Nacional y Política Económica, para volver a ponerlo en el centro del quehacer estatal, para retomar esos dos cursos de acción sin los cuales todo esfuerzo de desarrollo no es más que un andar a la deriva: la planificación y la evaluación. También hemos iniciado la primera fase del diseño del Sistema Nacional de Inversiones Públicas, que hará posible que el país por fin cuente con un mecanismo para evaluar y priorizar las decisiones en materia de inversión pública.
Gobierno Digital
Como parte del esfuerzo por modernizar nuestras instituciones, hemos dado un apoyo decidido al Gobierno Digital en el inicio de la ejecución de una cartera de proyectos prioritarios, que, entre muchas otras cosas, le permitirá a los costarricenses, a partir del mes de junio próximo, renovar en una forma ágil, sin filas ni “gavilanes”, las licencias de conducir y los pasaportes. Esa es la reforma del estado que toca las puertas de los ciudadanos, para responder a sus angustias cotidianas.
Temas pendientes y prioritarios
Pero en esta materia no todo lo puede hacer el Poder Ejecutivo. Mucha de la acción transformadora debe venir de la Asamblea Legislativa. Pienso, por ejemplo, en la apertura de monopolios estatales, con la que estamos comprometidos y que es imprescindible para dinamizar el crecimiento económico. Pienso también en la reforma –que ojalá se vote muy pronto—al Artículo 41 bis del Reglamento Legislativo, que, al permitir la fijación de plazos de votación para algunos proyectos de ley, hará posibles relaciones más fluidas entre los poderes, para beneficio de la gobernabilidad del país. Esos son apenas dos temas de una agenda de reforma del estado potencialmente inagotable, para cuyo impulso invoco la colaboración de ustedes, señoras y señores diputados.
Vengo a rendir cuentas sobre el sexto de los compromisos de mi gobierno: el de Recuperar la infraestructura nacional.
Integración geográfica
Al asumir el poder este gobierno, nada de lo que era indispensable para nuestro desarrollo presentaba tal nivel de deterioro como nuestras carreteras, puertos y aeropuertos. Revertir esa tendencia es urgente para acelerar la vinculación de Costa Rica con el mundo y, sobre todo, para hacer posible la integración geográfica de nuestro país. Cada camino rural que logramos pavimentar, abre un mundo de oportunidades para los habitantes de lugares alejados que se sirven de él.
Recuperación de la red vial
Hoy podemos afirmar que la recuperación de la red vial empieza a ser una realidad palpable para una gran mayoría de costarricenses. Hemos aumentado en un 56% la asignación de fondos al MOPT para el año 2007 y, por primera vez, se cumplirá el imperativo legal de financiar plenamente al CONAVI, y girar a las municipalidades la totalidad del monto asignado para la reparación de los caminos. Al día de hoy hemos logrado atender, con bacheos y limpieza, la totalidad de la red vial nacional asfaltada, o sea más de 4.500 kilómetros.
La tarea apenas comienza
En materia de grandes obras de infraestructura, luego de muchos años de abandono, la tarea apenas comienza. Tras arduos esfuerzos, y con pleno cumplimiento de las condiciones del contrato por parte del Estado, estamos listos, de nuestra parte, para dar la orden de inicio para la construcción de la vía San José-Caldera, mediante el mecanismo de concesión de obra pública. También hemos avanzado hacia la construcción de la vía San José- San Ramón, y en tres meses tendremos listo el cartel de licitación para la ruta San José-Cartago. Eso no es todo: mediante inversión directa del Estado hemos acelerado las obras de la nueva carretera a San Carlos, con un diseño que protege adecuadamente la seguridad vial, y la construcción del tramo pendiente de la Costanera Sur, que hoy se encuentra listo para su carpeta final.
Aeropuerto Internacional Daniel Oduber
Por otra parte, durante este primer año de gobierno, hemos inaugurado un tercer edificio, con altos niveles de seguridad y comodidad, en el Aeropuerto Internacional Daniel Oduber en Liberia, y preparamos su eventual concesión a un operador privado, que garantice la excelencia que requiere el desarrollo del sector turístico en Guanacaste.
Puerto de Caldera
Finalmente, sobre la base de la exitosa experiencia con la concesión del Puerto de Caldera, que tras cinco años de espera entró en operación en agosto del 2006, hemos iniciado ya los estudios de factibilidad para hacer posible una multimillonaria inversión en las instalaciones portuarias de Limón. En esto no hay marcha atrás. Lo único que hay es un compromiso firme con el pueblo limonense para que la ciudad de Limón sea protagonista y no simple espectadora del bienestar ajeno.
Esto es solo una parte de lo que estamos haciendo. Es mucho, pero no suficiente. El reto de dotar a Costa Rica de una infraestructura moderna continúa y no desaparecerá por mucho tiempo. Pero ya hemos cambiado la tendencia. Lo dije hace un año y lo diré de nuevo aquí: si de este gobierno depende, nunca más nuestra infraestructura será un motivo de vergüenza nacional.
Vengo a rendir cuentas sobre el séptimo de los compromisos de mi gobierno: el de Ennoblecer nuestra política exterior.
Política exterior vigorosa
Somos una nación pequeña, desarmada y vulnerable, en un contexto de globalización e incesantes cambios mundiales. Al mismo tiempo, hemos sido capaces de acumular considerables fortalezas morales por nuestro apego, histórico y no oportunista, a causas centrales para la supervivencia de la especie humana, como la paz, la promoción de los derechos humanos y la protección del ambiente. Todo ello obliga a apuntalar nuestra política exterior, como un instrumento de vital importancia para la proyección y la protección del país. Costa Rica puede ser una potencia moral en el mundo, pero requiere de una valiente política exterior que lo haga posible.
Consenso de Costa Rica
En el transcurso del último año, hemos defendido ante el mundo iniciativas que han devuelto el carácter innovador y visionario a nuestra política exterior. En múltiples foros hemos presentado la propuesta del Consenso de Costa Rica, que permitirá estimular la inversión social y castigar el inhumano gasto militar en los países en vías de desarrollo.
Transferencia de armas
Asimismo, hemos logrado que la iniciativa de la Fundación Arias para la Paz y el Progreso Humano, de aprobar un tratado que regule la transferencia de armas a estados, grupos o individuos, haya recibido el apoyo de la Asamblea General de las Naciones Unidas. Esa es apenas una pequeña victoria. El camino que nos espera en esta materia es largo, pero es más corto que hace un año.
Paz con la Naturaleza
Hemos iniciado los trabajos preparatorios de la iniciativa “Paz con la Naturaleza”, que busca fortalecer la acción política y el compromiso mundial para revertir tendencias preocupantes en el ámbito global, nacional y local del impacto humano en los ecosistemas. Costa Rica puede y debe recordarle al mundo que nuestro tiempo requiere de una nueva ética hacia la naturaleza, que reconozca que las fronteras no son válidas para los ciclos naturales, y que no tenemos otra opción que cooperar en función de los objetivos ambientales globales.
Balas de salva retóricas
Nuestra relación más importante con el mundo exterior es la que tenemos con nuestros hermanos centroamericanos. Por eso, en el último año hemos reactivado la Comisión Binacional con Nicaragua, como una forma de reconocer que las relaciones entre ambos países son necesariamente intensas, complejas y variadas.
Hace 20 años luché con todas mis fuerzas por la paz en Nicaragua. Hoy, con la misma intensidad, deseo que la prosperidad económica y el bienestar lleguen a Nicaragua para quedarse, y si puedo ayudar en ello, lo haré en la forma en que esté a mi alcance. No dejaré que pequeñas balas de salva retóricas me aparten de esta ruta, que es, por mucho, la que más conviene a Costa Rica.
Apertura a nuevas fronteras
Continuamos ampliando los horizontes de la política exterior de nuestro país, y llevando adelante los primeros pasos de una estrategia de apertura a nuevas fronteras en Asia y el Medio Oriente. Ello ha requerido decisiones difíciles, como el traslado de la sede de la Embajada de Costa Rica ante el Estado de Israel, de Jerusalén a Tel Aviv. Pero los resultados están a la vista: se han reestablecido las relaciones diplomáticas con países árabes moderados, y se han iniciado las gestiones tendientes a la apertura de tres nuevas embajadas en Egipto, India y Singapur.
Llego así al octavo y último de los compromisos sobre los que he venido a rendir cuentas: el de Luchar contra la corrupción.
Confianza en sus gobernantes
Todo lo anterior es importante y me llena de orgullo. Pero si he de señalar cuál es el principal logro de este primer año, diré que consiste en haber dado pasos firmes para devolverles a los costarricenses la confianza en sus gobernantes. Esa es la tarea más importante, más compleja y más delicada que tenemos en nuestras manos.
Código de ética
El primer decreto que firmé el pasado 8 de mayo fue para crear una Comisión de Ética, conformada por tres costarricenses reconocidos por su integridad y honorabilidad, cuyos mandatos han sido aplicados sin excepciones ni titubeos.
Pero tengo muy claro también que, en el combate a la corrupción, mucho más importante que el rigor sancionatorio, es la firmeza que emana de la propia conciencia y de los valores morales de cada servidor público. La lucha contra la corrupción se labra con el metal sereno de la decencia, y con meritocracia, mucha meritocracia.
Orgullo en equipo de gobierno
En esta lucha, creo que mi mejor contribución es la de haber acertado al aquilatar los méritos éticos de mis dos vicepresidentes, de los ministros, viceministros y los presidentes ejecutivos que me han acompañado en el equipo de gobierno. Me siento orgulloso de la solvencia moral que han demostrado todos ellos. Me siento orgulloso de su vocación de servicio y de su responsabilidad a toda prueba. Me siento orgulloso de que este equipo le haya demostrado al pueblo costarricense que sí hay funcionarios públicos honestos, que llegan al gobierno para engrandecer a Costa Rica y nada más.
Señor Presidente, señoras y señores diputados:
Hace un año, al asumir el gobierno, adquirí ante los costarricenses el sagrado deber de hacer lo humanamente posible por realizar lo que dije en campaña, condición esencial para que nuestro pueblo recupere la fe en sus líderes políticos. Nuestra gente no tolera más decepciones, ni palabras vacías, ni promesas lanzadas al viento.
En ese camino he encontrado voces de aliento, brazos dispuestos y corazones generosos en cantidad superior a mi capacidad de contarlos. Mi mayor agradecimiento es para la gente común de este extraordinario país, que se rehúsa a decirle no al futuro. A quienes ante cada problema solo ven obstáculos, ante cada idea mala fe, y ante cada propuesta una ocasión para destruir, Costa Rica les está respondiendo con el más irrefutable de los argumentos: el optimismo y la confianza. Todo lo que he visto en este año me dice que Costa Rica simplemente no está dispuesta a dejarse vencer por el desaliento.
Los gobiernos no transforman a los países, es la gente quien lo hace. Mucho más que la acción directa del gobierno, será la convicción compartida por todos de que el país ha recuperado su sentido de rumbo y su capacidad para avanzar, la que habrá de llevar a Costa Rica a un futuro de grandeza. Uno de los grandes pensadores de nuestra América Latina, el dominicano Pedro Henríquez Ureña, decía: “No es ilusión la utopía, sino el creer que los ideales se realizan sobre la tierra sin esfuerzo y sin sacrificio. Hay que trabajar. Nuestro ideal no será la obra de uno o dos o tres hombres de genio, sino de la cooperación sostenida, llena de fe, de muchos, de innumerables hombres modestos.”
Veo signos de esa fe por todas partes y les pido que, como líderes, no la defraudemos. A todos los partidos políticos representados en esta Asamblea Legislativa, a todos los sectores sociales, a todos los formadores de opinión, no les pido lealtad para con el Presidente de la República, ni para con el gobierno. Sólo les pido lealtad para con las esperanzas de nuestro pueblo. Les pido lealtad con cada joven que hoy construye orgulloso su futuro con una beca del Programa “Avancemos”; les pido lealtad con cada adulto mayor que por primera vez puede vivir dignamente con su pensión no contributiva; les pido lealtad con cada familia de clase media que hoy siente que su ingreso le alcanza más que hace un año; les pido lealtad con cada niño que acaba de descubrir el portento del ciberespacio en una escuela recién dotada de conectividad; les pido lealtad con cada barrio que hoy disfruta de presencia policial donde antes no la había; les pido lealtad con cada ciudadano que ya no tiene que lidiar con la corrupción y los “gavilanes” en una fila de Migración; les pido lealtad con cada comunidad que hoy se beneficia de un camino rural pavimentado por primera vez en muchos años; les pido lealtad con cada costarricense, en cualquier parte del mundo, que se enorgullece de que el país esté volviendo a ser, otra vez, un faro que ilumina las mejores causas de la especie humana.
Les pido que trabajemos juntos para alimentar esas esperanzas con generosidad, con desprendimiento, con altura de miras y con humildad. Les pido que entendamos que esas esperanzas son más importantes que cualquiera de nosotros, más valiosas que cualquiera de las pasajeras vanidades y disputas que nos separan.
En el último año, hemos sembrado optimismo en el agreste suelo de las decepciones acumuladas por muchos años. Hoy, la planta de la esperanza está empezando a germinar. No detengamos el proceso. Dejémosla que crezca robusta y transforme para siempre a Costa Rica.