Nota: Traducción al español de la carta original en inglés.
San José, 3 de junio 2018
Embajador Nobushige Takamizawa
Presidente de la Cuarta Conferencia de Estados Parte
Su Excelencia:
Es con gran tristeza y preocupación que le escribo el día de hoy, a propósito de los hechos de violencia que están sucediendo en Nicaragua, vecino al norte de mi país, un país hermano en Centroamérica.
Los ojos de cinco millones de costarricenses, incluyendo nuestros ciudadanos descendientes de nicaragüenses y población migrante de ese país residente en Costa Rica, se han unido a otros miles alrededor del mundo, observando angustiados y consternados como las madres nicaragüenses han perdido sus hijos, los jóvenes que han perdido sus amigos y líderes, también periodistas que han perdido toda noción de su seguridad personal al salir a trabajar.
Un factor elemental de la represión en Nicaragua descansa obviamente en la historia y el contexto específico de este país. Sin embargo, la forma violenta que el conflicto ha ido tomando es producto de un fenómeno global: el irresponsable e irrestricto flujo de armas pequeñas y ligeras a través de las fronteras. Este fenómeno tiene un efecto desproporcionado en los países subdesarrollados, y Nicaragua es su última víctima.
Muchas voces alrededor del mundo están condenando con justa razón el uso de violencia indiscriminada contra su población y el uso de armas de fuego y municiones para controlar las protestas. Lo que esas voces no han mencionado es que los gobiernos que venden armas deben tomar pasos concretos para evitar que las transferencias de armas convencionales menoscaben la paz y la seguridad, y evitar el tránsito de esas armas a través de sus territorios.
Le escribo con tristeza, pero también con esperanza: esperanza de que la comunidad internacional pueda aprender de esas lecciones respecto a las consecuencias de la transferencia de armas. Esperanza de que los Estado Miembro del Tratado sobre Comercio de Armas rindan honor a su compromiso. Esperanza, sobre todo, de que los países líderes de la producción de armas, hayan o no firmado el Tratado, reconsideren la deuda que tienen con la niñez mundial, no por una firma o por la existencia de legislación jurídicamente vinculante, sino porque ellos también son miembros de la raza humana. Todos nosotros tenemos la obligación de hacer lo que sea necesario para asegurar que las madres de Nicaragua, las madres de cualquier país afectado por la violencia armada no sufran más.
Le Saluda atentamente,
Oscar Arias
Ex Presidente de la República de Costa Rica
(1986-1990, 2006-2010)
Premio Nobel de la Paz 1987
Carta original en inglés
San José, Costa Rica June 3,2018
Ambassador Nobushige Takamizawa
President of the IVth Conference of State Parties
Your Excellency:
It is with great sadness and concern that I write to you today regarding the ongoing violence in Nicaragua, my country’s northem neighbor and Central American brother.
The eyes of five million people in Costa Rica including our citizens of Nicaraguan descent and Nicaraguan migrant populaüons, have joined hundreds of millions of others around the world in watching in grief and constemation as Nicaraguan mothers have lost their children young people have lost their friends and leaders, and journalisb have lost any sense of
personal safety as they go ábout their work.
The substance of the repression in Nicaragua lies in the history and context that are specific to that country. However, the violent form that the conflict has taken is the product of a global phenomenon: the irresponsible and unchecked flow of small arms and light weapons across borders. This phenomenon has a disproportionate effect on the developing world, and Nicaragua is the latest casualty.
Many voices around the world have rightly condemned the govemment of Nicaragua for exerting indiscriminate violence against its population and using firearms and ammunition to control protests. What some of these voices have not mentioned is that governments that sell arms can take concrete steps to avoid conventional weapons transfers that undermine peace and security, or to avoid the transit of such weaporui through their territories.
I write to you with sadness, but also with hope: hope that the international commun:ity will learn from one more lesson about the consequences of the arms tuade. Hope that the signatories of the Arms Trade Treaty will honor their commihent. Hope, most of all, that the worlds leading arms manufacturers, whether they have signed the Treaty or not, will take this opportunity to reconsider the debt they owe the worlds childreru not because of any signature or binding regulations, but because of their membership in the human race. We allhave an obligationto do everythingintheir power to make sure themothers of Nicaragua, the mothers of every country affected by armed violence, will suffer no longer.
Sincerely yours,
Oscar Arias (f)
Former President of Costa Rica
(1986-1990, 2006-2010)
Nobel Peace Laureate 1987