Planificación: un proceso desde las bases

Discurso

Extracto del discurso pronunciado por el Dr. Oscar Arias Sánchez, Ministro de Planificación Nacional y Política Económica, el 18 de febrero de 1977, en el Primer Congreso de Municipalidades del Valle de El Guarco, celebrado en la ciudad de Cartago.

Ideólogo y filósofo

La realización de este Primer Congreso de Municipalidades del Valle de El Guarco responde a la idea que compartimos, don Jorge Arturo Castro y yo, con ese viejo ideólogo y filósofo de las municipalidades costarricenses que se llama don Armando Arauz Aguilar: el anhelo de perfeccionar nuestra democracia por medio del fortalecimiento de los gobiernos locales.

Perfeccionar las municipalidades

Si estamos convencidos de que es necesario descentralizar la educación, proveyendo de colegios al mayor número de comunidades del país; si estamos seguros de que en la elaboración de la política de desarrollo económico debe participar no solo el Gobierno Central, sino también las comunidades; si estamos persuadidos de la necesidad de lograr una mayor participación popular, entonces tenemos que hacer toda clase de esfuerzos por consolidar y perfeccionar a las municipalidades de Costa Rica.

Si creemos que la democracia representativa debe cederle el paso a una democracia de mayor participación, en la que todos los costarricenses puedan asumir la responsabilidad que les corresponde en la decisiones políticas, en la concepción de planes, programas y proyectos, entonces debemos fortalecer a los gobiernos locales.

Si estamos convencidos de que el destino y el progreso del país no deben estar únicamente en las manos de unos cuantos tecnócratas de la ciudad capital, entonces debemos vigorizar al régimen municipal.

Si tenemos la certidumbre de que la planificación solo puede ser eficaz en la medida en que no sea impuesta de arriba hacia abajo, sino, por el contrario, que el establecimiento de las prioridades para todos los pueblos se produzca de abajo hacia arriba, entonces debemos robustecer a la municipalidad.

El futuro de la democracia

Estoy convencido de que el éxito de nuestro desarrollo futuro y la perfectibilidad de nuestra democracia dependen del fortalecimiento de las municipalidades costarricenses.

Los costarricenses nos sentimos hondamente satisfechos de los logros obtenidos por el país en el pasado. Muchas generaciones que nos sucedieron han forjado la Costa Rica en que hoy vivimos. Hoy nos sentimos orgullosos de muchos de los éxitos alcanzados, tanto en el campo económico como en el social y el político. Sin embargo, no hemos podido terminar con dos tipos de desigualdades que se han generado en el transcurso de nuestra historia.

Preocupación mucho más grande

Por una parte, el desarrollo del país no se ha producido armónicamente en todo el territorio nacional. La Costa Rica de hoy, que cuenta con gran cantidad de recursos, está prácticamente circunscrita a la Meseta Central, en donde existen servicios de electricidad, agua potable, educación; en donde se ha instalado la mayor parte de la infraestructura con que cuenta el país; en donde existen más viviendas, más carreteras, más edificios públicos.

Hay otra preocupación mucho más grande que ésa: a pesar de los esfuerzos que hemos hecho en el transcurso de los años, no hemos podido eliminar las desigualdades socioeconómicas de la población costarricense. En efecto, nos hemos preocupado sobre todo por el crecimiento —por producir más, por aumentar las tasas del producto interno bruto—, pero nos hemos olvidado un poco de su distribución. Hemos estado preocupados por el «cuánto» y por el «qué» vamos a producir, pero no nos hemos preocupado en igual forma del «para quién» vamos a producir.

Distribución y pobreza

El desarrollo, en términos económicos, depende —es cierto— de la forma como podamos resolver el problema de la producción. Y para esto es necesario que el productor —sea éste el peón más humilde, el profesional o el empresario— produzca más de lo que consume y pueda, entonces, invertir parte de sus ingresos. Sin embargo, esto es insuficiente porque, si bien producimos cada vez más bienes y servicios, y cada vez producimos con mayor eficiencia, no estamos distribuyendo bien la producción y, con ello, condenamos a un importante sector de la población a vivir, todavía en el siglo XX, en la más extrema pobreza.

Democratizar los medios de producción

Creo que lo más importante no es el crecimiento del producto, si no se cuenta con mecanismos que rescaten al hombre de la miseria. En este sentido, no debemos olvidar que el sistema tributario y la política de salarios crecientes son importantes, pero insuficientes para terminar con la miseria extrema. Dentro de los planes que elaboremos en este campo, debemos pensar sobre todo en crear más fuentes de trabajo, porque la mayor pena que podemos darle al costarricense es condenarlo al desempleo. Para esto es imprescindible distribuir en mejor forma la propiedad. Solo en el tanto en que podamos democratizar los medios de producción, podremos construir —estoy seguro— una sociedad más solidaria.

Frustrando aspiraciones

Si conocemos bien los errores del pasado, debemos tener cuidado de no cometerlos en lo futuro. Decía el filósofo español Santayana, que solo el que conoce la historia está condenado a repetirla. Como nos lo muestra la literatura del desarrollo económico, algunos autores opinan —como lo piensan algunos países latinoamericanos de economía colonial— que hay una etapa para producir y otra para distribuir. En la medida en que nosotros hagamos de este pensamiento una verdad, en este tanto estaremos condenando a la miseria a la generación del presente, o por lo menos frustrando gran parte de sus aspiraciones para lo futuro.

Necesidades del sector marginado

Así como en la filosofía de la educación está hoy superada la tesis de que el estudiante sólo debe estudiar y no trabajar, y más bien se alienta la idea de que el estudiante debe trabajar constantemente y el trabajador estudiar en forma constante; así, también, muchos autores están convencidos de que solo tiene sentido producir más y mejor si, a la vez, distribuimos esa producción de una manera más justa y equitativa.

Por esto, en los planes, en los programas, en los proyectos específicos que se elaboren, ha de tenerse presente que lo prioritario es satisfacer las necesidades básicas del sector marginado de la sociedad costarricense.

Si creemos que para producir tenemos que tomar en cuenta solo la demanda del mercado, entonces no podremos satisfacer las necesidades básicas de los más necesitados. Hoy producimos en el país buena cantidad de artículos que solo determinadas clases sociales pueden pagar, pues los pobres no tienen poder de compra para adquirir esos bienes. Pero no producimos casas de bajo precio, para que puedan adquirir su vivienda quienes habitan debajo de los puentes y en lo tugurios. Los planes, programas, proyectos e ideas contenidos en los cinco documentos que la Oficina de Planificación Nacional ha presentado a la consideración de este congreso, no son producto exclusivo del trabajo de nuestros funcionarios, sino el resultado del diálogo permanente establecido con los líderes locales y con las comunidades en general, para determinar la manera de vencer los obstáculos y alcanzar el mejor desarrollo del Valle de El Guardo. Ninguno de los que han participado en esta labor pretende tener el monopolio de la verdad. Posiblemente, otras personas que no han intervenido en la elaboración de esos documentos posean criterio distinto en cuanto a la prioridad de los asuntos y tengan mejores ideas sobre cada una de las formas de resolver los problemas. Lo importante es estimular el diálogo. Lo importante es que se produzca la discusión.

Volverse ciego con la luz

Tenemos que venir a este congreso con la mente abierta a las sugerencias y a las ideas de los demás. Tenemos que venir sin orgullos. Después de todo, como lo dijo Benjamín Franklin, «Enorgullecerse del saber es como volverse ciego con la luz». Obtengamos de este diálogo que hoy iniciamos el mayor provecho. Al cabo de la larga jornada que haremos juntos, podremos sacar conclusiones realizables para desarrollar estas cinco municipalidades de Cartago.