Discurso pronunciado por el Dr. Oscar Arias Sánchez, el 17 de marzo de 1977, en la inauguración de la III Feria Nacional de Artesanía, en el mercado de artesanía «La Casona», en San José.
El letargo de la frustración
Hace pocos años, la artesanía nacional estaba limitada por un sinnúmero de dificultades que obstaculizaban su desarrollo. A pesar del hondo significado que esta actividad tiene para el país, tanto desde el punto de vista socioeconómico como en lo que se refiere al desarrollo de nuestra cultura y a la conservación de nuestras tradiciones, nuestros artesanos se encontraban frustrados por serios problemas de financiamiento, de mercadeo y de asistencia técnica. El espíritu creador de nuestros artesanos se hallaba, así, adormecido y atado.
Hay quienes piensan que no debe despertarse de este letargo a los que permanecen oprimidos en su espíritu y en sus fuerzas vitales. A este letargo de la frustración y la postergación suele llamársele «paz social». Así, el peón analfabeto, el niño que no asiste a la escuela, el joven talentoso que se queda fuera de la universidad, el trabajador sin sindicato, forman parte de esa «paz social».
Reivindicar al hombre
En alguna ocasión dije que el engrandecimiento de nuestra patria solo se logra si nos empeñamos en reivindicar al hombre y propiciar las condiciones que le permitan vivir dignamente de su trabajo creativo.
Cuando no se les teme a las fuerzas contenidas en el hombre; cuando, por el contrario, se tiene fe en él y se piensa que solamente con hombres conscientes de su destino se puede alcanzar la paz social fundada en la justicia, y no una pretendida paz que se basa en la opresión de las desigualdades; cuando estamos convencidos de que nuestra tarea es, más bien, despertar a los costarricenses de su letargo y liberarlos de sus angustias; cuando no se le teme a la capacidad del hombre para desarrollarse, entonces es posible actuar en beneficio del alto ideal de reivindicarlo y de facilitarle los instrumentos necesarios para ascender social, económica y políticamente.
El Presidente Oduber ha hecho de este ideal no solo una de las metas más importantes de su gobierno, sino que lo ha traducido en acciones positivas, como lo prueba, entre otras, el camino de progreso que hemos recorrido desde entonces junto con los artesanos ayer olvidados.
Programa Nacional de Artesanía y Pequeña Industria
Cuando las obras son largas, las palabras han de ser cortas. Esto se aplica con toda propiedad al desarrollo de nuestra artesanía. Durante tres años, diversas instituciones públicas y entidades privadas trabajaron con mística y entusiasmo para no defraudar ni las esperanzas de los artesanos, ni las sólidas directrices del gobierno, en su afán de despertar una fuerza creadora más de nuestra sociedad. Hoy vemos con orgullo cómo el proceso de institucionalización del Programa Nacional de Artesanía y Pequeña Industria culmina en una de sus más importantes etapas, con el proyecto de ley que le otorgará al movimiento artesanal su independencia económica. En efecto, el Presidente de la República remitirá pronto a la Asamblea Legislativa un proyecto tendiente a crear, dentro del Banco Nacional de Costa Rica, un órgano encargado de concentrar las principales acciones del Estado en materia de fomento de las artesanía y las pequeñas industrias, así como de coordinar las acciones de las demás entidades públicas y privadas que, de un modo u otro, se relacionan con su desarrollo.
Autonomía del movimiento artesanal
En el momento en que el hombre asume el papel que le corresponde en el proceso de su propio desarrollo y en el del país, el paternalismo estatal se torna innecesario. Nuestro movimiento artesanal habrá de ser pronto un movimiento autónomo y vigoroso en todos sus aspectos. Como conozco bien a los artesanos del país, estoy seguro de que el camino hacia la autonomía a que aspiran no podrá ser ya detenido.