Dos maneras de hacer campaña

Discurso

Precandidato a la Presidencia de la República por el Partido Liberación Nacional, 1984.

Permítanme tomar cinco minutos de su tiempo.

El Partido Liberación Nacional lleva largos meses en un proceso de democracia interna. Este proceso es hoy en Liberación más activo y más fuerte que nunca. Esto nos enorgullece porque refleja una lucha por el fortalecimiento costante de la democracia. La bandera de la democratización la han defendido muchos ilustres liberacionistas y cuenta ciertamente con el apoyo mayoritario de todo el pueblo costarricense. Es una bandera que por muchos años sostuvo don Luis Alberto Monge y con la cual desde muy joven me identifiqué y quise elevarla aún más.

En estos procesos existen en ocasiones excesos y errores que todos cometemos. Los demócratas verdaderos sabemos que debemos aprender de esos excesos y de esos errores.

Pero lo que nos enorgullece es la fortaleza que surge de ese diálogo, el intenso y libre debate mayoritario para elegir auténticos representantes del pueblo de Costa Rica.

Del mismo modo que hay dos maneras de entender la democracia, hay dos maneras de hacer campaña y dos maneras de gobernar. La primera de estas maneras es de cara al pueblo y de cara a la verdad. Hablamos con franqueza y seriedad sobre los problemas de Costa Rica, invitando a construir, apelando a la responsabilidad de todos. Podemos tener la seguridad de que hay un camino de desarrollo en el futuro de Costa Rica. Esta es la manera como entiendo la política y como la entiende Liberación Nacional.

La otra manera es de espaldas al pueblo y de espaldas a la verdad. Es la política de las dos caras. Es la política que utiliza el poder para favorecer a grupos minoritarios. En esa política, el pueblo será siempre ajeno al rumbo del país. Es la política que apela, para ganar los votos, a la suma de todo lo negativo que existe en una sociedad. Intenta sumar las frustraciones de un momento determinado, alentando odios y manipulando hechos para alcanzar el poder a cualquier costo.

En esta campaña esa práctica es aun más dolorosa al ser utilizada por el Partido Unidad. Y digo que es especialmente triste porque todos los costarricenses conocemos la responsabilidad que les cabe a esos mismos hombres en el dolor y la angustia económica que hoy sufre la sociedad costarricense.

¡Qué triste es para un demócrata ver que estos mismos hombres vuelven a aspirar al poder, sin dar una sola explicación a Costa Rica de la catástrofe a la que condujeron al país en su último gobierno! ¡Qué triste es ver que ni siquiera se molestan en decir cómo piensan corregir los errores que ellos cometieron!

¡Qué triste es observar que, menospreciando la memoria y la inteligencia de los costarricenses, pretenden que ignoremos que ellos mismos condujeron al gobierno de Costa Rica como una aplanadora que mutiló nuestro crecimiento económico y sacudió nuestra estabilidad política interna y externa! ¡Qué triste es observar que no existe un solo reconocimiento a la patriótica labor de estabilización económica y política a la que debieron abocarse el Partido Liberación Nacional y don Luis Alberto Monge con sacrificio y valentía ejemplares!

Los verdaderos demócratas de Costa Rica le decimos a Calderón que él podrá seguir jugando con todas estas cosas. Pero debemos decirle a Calderón que ni todo el dinero del mundo invertido en propaganda sería capaz de convencer a los costarricenses de que el proceso democrático es inútil.

Gracias a la madurez del pueblo costarricense el país no volverá a ser engañado. Hay una gigantesca explicación que la Unidad le debe a Costa Rica entera, y no tienen derecho a aspirar al poder sin darla y sin decir quiénes, dónde y cómo se equivocaron. Sin embargo, no puede extrañarnos que esto suceda en las filas de la Unidad, cuando su candidato presidencial fue elegido entre noventa y siete personas, solo unos poquitos más que los que eligieron a Daniel Ortega en Nicaragua. Eso no es democracia. Tampoco puede extrañarnos que hablen de hacer una campaña de altura y que lo que ejecuten sea diametralmente opuesto.

Costa Rica solo podrá comenzar a considerar seriamente a la Unidad cuando comience por explicar qué hicieron con el país la última vez que gobernaron y cuando respeten los sacrificios que todos hemos debido hacer para poder detener la debacle que de ellos heredamos.

Costarricenses: Hay esperanza en nuestro futuro si lo hacemos juntos y si hablamos siempre con la verdad. No ocultemos el error. Luchemos por corregirlo. No temamos a las rectificaciones necesarias en el mundo de hoy. Este es el compromiso de mi partido.

Con orgullo, los liberacionistas dedicamos esta campaña política al costarricense que conoce su historia y respeta profundamente los valores que de ella hemos heredado. Al costarricense que tiene fe en el futuro y pasión inquebrantable por alcanzar un mayor desarrollo con libertad. Por eso, nuestro compromiso será siempre por más igualdad de oportunidades y por más democracia.

La democracia demanda, por sobre todas las cosas, disciplina y autoridad. Solo en el ámbito de la libertad es posible el desarrollo material y espiritual de la patria. Solo en ese contexto tendrá éxito la lucha por la moralidad pública que los costarricenses exigen. Solo así es posible que nuestros representantes sean escogidos entre los mejores hombres y mujeres de este país.

Durante los últimos meses he recorrido muchas veces todo el país y he conversado con millares de compatriotas. He comprobado que hay un clamor nacional por más decisión y por más autoridad. Costa Rica reclama una democracia con energía.

En mi hogar y en la escuela aprendí de mis padres y de mis maestros el sentido responsable de la autoridad y el apego estricto a la moral. Estoy decidido a no apartarme de esas sabias lecciones que tanto me han servido en la vida.

Pido el apoyo de mis compatriotas para que me acompañen y me ayuden en esta lucha política por más participación democrática, por un respeto más riguroso de la ética y la moral, y por elevar las condiciones de vida de todos los costarricenses. Les aseguro que juntos vamos a triunfar por el bien, la paz y la felicidad de Costa Rica.