Estrategia nuclear y fin de la guerra en Ucrania

Carta

Por Oscar Arias y Jonathan Granoff

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Es hora de realizar esfuerzos más audaces para lograr la paz en Ucrania.

La guerra, como el fuego, puede extenderse sin control, y como el Presidente Putin no deja de recordarnos, esta conflagración en particular tiene el potencial de iniciar una guerra nuclear.

En una reciente conferencia de prensa conjunta con el Presidente de Bielorrusia, Putin anunció que Rusia transferiría misiles Iskander M a Bielorrusia. Estos misiles pueden transportar cabezas nucleares y, al parecer, la medida pretende reflejar los acuerdos nucleares compartidos que Estados Unidos tiene con cinco aliados de la OTAN: Bélgica, Países Bajos, Alemania, Italia y Turquía.

Las armas nucleares estadounidenses se introdujeron en Europa en la década de 1950 como medida provisional para defender a las democracias de la OTAN cuyas fuerzas convencionales eran débiles. El número de armas nucleares en esos cinco países alcanzó un máximo de 7.300 cabezas nucleares en los años sesenta, y luego se redujo a unas 150 en la actualidad, lo que refleja la creciente fuerza convencional de la OTAN y su cada vez menor estimación de la utilidad militar de las armas nucleares. Pero incluso 150 armas nucleares podrían ser más que suficientes para desencadenar una peligrosa confrontación con Rusia.

El mundo está hoy tan cerca del abismo nuclear como lo estuvo durante la Crisis de los Misiles de Cuba. De hecho, los riesgos nucleares contemporáneos pueden ser peores. Mientras que la Crisis de los Misiles de Cuba duró sólo 13 días, los combates en Ucrania probablemente continuarán y tentarán a la suerte durante muchos meses.

Por lo tanto, las negociaciones son esenciales para desactivar las tensiones nucleares. Aunque no tenga ningún papel directo en la guerra de Ucrania, es conveniente que la OTAN desempeñe un papel en el fomento de las negociaciones para ponerle fin.

Puesto que la OTAN es una fuerza militar enormemente fuerte -más fuerte incluso que la Rusia de Putin- y puesto que el presidente Putin ha dicho que la guerra de Ucrania es en parte una respuesta a las acciones de la OTAN, el llamamiento de la OTAN a las negociaciones de paz sería apropiado y tendría cierto peso.

También estaría en consonancia con las obligaciones de los Estados miembros de la OTAN en virtud del Tratado de No Proliferación Nuclear. Los líderes de la OTAN reunidos en Madrid reafirmaron recientemente que «el Tratado de No Proliferación Nuclear es el baluarte esencial contra la proliferación de armas nucleares y seguimos firmemente comprometidos con su plena aplicación, incluido el Artículo VI [el artículo que compromete a los estados con armas nucleares a perseguir el desarme nuclear]». Este compromiso incluye, según el informe de la Conferencia de Revisión del Tratado de No Proliferación de 2000, «un papel cada vez menor de las armas nucleares en las políticas de seguridad para minimizar el riesgo de que estas armas lleguen a utilizarse alguna vez y facilitar el proceso de su total eliminación».

Tradicionalmente la OTAN ha mantenido una fuerte capacidad de disuasión y defensa, al tiempo que ha liderado el camino hacia la distensión y el diálogo. El compromiso actual de la OTAN con la disuasión y la defensa está claro. Pero para reanudar las conversaciones, la OTAN debe encontrar ahora también la forma de fomentar la distensión y el diálogo.

Para que ambas partes vuelvan a dialogar será necesario un gesto espectacular. Por eso proponemos que la OTAN planifique y prepare la retirada de todas las cabezas nucleares estadounidenses de Europa y Turquía, como paso previo a las negociaciones. La retirada se llevaría a cabo una vez acordados los términos de la paz entre Ucrania y Rusia. Una propuesta así llamaría la atención de Putin y podría llevarle a la mesa de negociaciones.

Retirar las armas nucleares estadounidenses de Europa y Turquía no debilitaría militarmente a la OTAN, ya que las armas nucleares tienen poca o ninguna utilidad real en el campo de batalla. Si realmente son armas de último recurso, no hay necesidad de desplegarlas tan cerca de la frontera rusa. Según esta propuesta, Francia, el Reino Unido y Estados Unidos conservarían sus arsenales nucleares nacionales y, si ocurriera lo peor, podrían seguir utilizándolos en nombre de la OTAN.

A pesar de 70 años sin una gran guerra, no es posible que la disuasión nuclear dure para siempre. Sólo funciona mientras los seres humanos tomen las decisiones correctas. Pero sabemos que los seres humanos somos imperfectos y que todos cometemos errores.

Por lo tanto, estamos de acuerdo con el Secretario General de la ONU, Guterres, que dijo: «Estas armas ofrecen falsas promesas de seguridad y disuasión – mientras que sólo garantizan la destrucción, la muerte, y el brinksmanship sin fin», y con el Papa Francisco, que dijo: «[Las armas nucleares] existen al servicio de una mentalidad de miedo que afecta no sólo a las partes en conflicto, sino a toda la raza humana.», así como con el fallecido senador estadounidense Alan Cranston que simplemente dijo: «Las armas nucleares son indignas de la civilización.»

El arsenal nuclear de la OTAN no logró disuadir la invasión rusa de Ucrania y casi no tiene utilidad como arma de guerra. Pero las armas nucleares de la OTAN aún pueden ser de utilidad, no amenazando con lanzarlas y escalar la guerra, sino retirándolas para dejar espacio a nuevas negociaciones y a una eventual paz.

Oscar Arias, Premio Nobel de la Paz, fue Presidente de Costa Rica de 1986 a 1990 y de 2006 a 2010.

Jonathan Granoff es Presidente del Global Security Institute y candidato al Premio Nobel de la Paz.

Publicado originalmente en el periódico The Hill el 19-07-2022