Cadena de televisión, el 19 de febrero de 1984, con motivo de su renuncia al cargo de Secretario General del Partido Liberación Nacional.
Me dirijo hoy a ustedes, profundamente satisfecho al culminar la labor que durante cinco años realicé con responsabilidad, abnegación y trabajo. Al dejar la Secretaría General de mi partido, en momentos en que voces ajenas a Liberación Nacional exageran sus deficiencias, inventan crisis y hablan de su agotamiento, creo conveniente hacer un balance de nuestra propia historia y de nuestro presente. Los liberacionistas y todos los costarricenses saben que Liberación Nacional sigue generando pensamiento para engrandecer a Costa Rica, con la misma dedicación, con el mismo sacrificio y con el mismo compromiso con que hace más de tres décadas nuestros fundadores soñaron la Costa Rica de hoy.
No es por casualidad que Costa Rica es el país más democrático, pacífico y libre de América Latina. Es el resultado de muchos factores. Algunos de estos son muy obvios para todos nosotros: el espíritu republicano de nuestros primeros gobernantes; el énfasis que se le otorgó a la educación desde el siglo pasado; la conciencia libertaria y democrática de los liberales de principios de siglo; los ideales de justicia social que ha venido incorporando nuestra sociedad desde la época de González Flores. Nada, sin embargo, ha robustecido más nuestro sistema democrático que la abolición del ejército. Idea extraordinaria y grandiosa de un hombre también extraordinario y grandioso: José Figueres, la historia algún día tendrá que reconocer el profundo significado y trascendencia de este insólito acto realizado por José Figueres, «el único general victorioso en el mundo que disolvió su ejército», como con acierto lo definió la juventud de mi partido. Si Octavio Paz dijo que Hispanoamérica era una porción excéntrica de Occidente, los costarricenses podemos decirle al mundo que somos una porción excéntrica de Hispanoamérica.
La visión esclarecida de nuestros líderes históricos —José Figueres, Francisco Orlich, Daniel Oduber y Luis Alberto Monge— los llevó a fundar el Partido Liberación Nacional como el instrumento que le permitiera a nuestro pueblo preservar y fortalecer la paz, la democracia y la libertad.
No importa cuáles hayan sido los errores o aciertos de Liberación Nacional en el ejercicio del poder, nuestro partido siempre ocupará la más gloriosa página en la historia patria, porque su identificación con el disfrute de estas libertades y esperanzas es algo que ni el más mezquino de los hombres podrá negar.
El Partido Liberación Nacional nació a la vida política con el Máuser del Glostora aún humeante en sus manos, y esa génesis es el escudo que ha impedido, e impedirá, que la voluntad popular pueda ser violada. Nació para que nunca más se trate de imponer en nuestra patria verdades absolutas. Nació para que el derecho a la discrepancia sea parte del alma de nuestro pueblo. Nació para afirmar el valor y la fuerza de las ideas frente a la adversidad. Nació para rechazar las soluciones únicas, dogmáticas, deshumanizantes, provengan éstas de donde provengan. Nació para que nunca nadie esté por encima de la ley. Nació para que sea imposible justificar la represión, la disciplina de las armas, el imperio del odio. Liberación Nacional nació para que la justicia social aumente la libertad, jamás para disminuirla en su nombre.
El 12 de octubre de 1951, día muy lejano en el calendario, un grupo de queridos compañeros fundó el Partido Liberación Nacional. José Figueres, Francisco Orlich, Daniel Oduber, Luis Alberto Monge, Jorge Rossi, Lalo Gámez, Armando Arauz, Gonzalo Solórzano, Bruce Masís, Benjamín Núñez, Gonzalo Facio, Raúl Blanco Cervantes, Rodrigo Facio, Mario Quirós, Fernando Valverde, Alfonso Carro, Fidel Tristán y Fernando Volio Sancho, concibieron un Liberación Nacional que fuera foro, guía y escuela.
Su sueño se realizó.
Liberación Nacional ha sido foro. Foro sin dogmas, centro de pensamiento y discusión. En su seno se han discutido, como en ningún otro foro en el país, con mayor libertad que en ningún otro partido, las ideas que han contribuido a formar la Costa Rica de hoy. Liberación Nacional ha sido guía. Liberación Nacional nos ha orientado por el camino recto del progreso, la democracia y la justicia con libertad. Liberación Nacional ha sido escuela. En su seno han militado los hombres cuyo pensamiento ha enriquecido la ideas socialdemócratas costarricenses. De esos manantiales nos hemos nutrido las nuevas generaciones y junto a nuestros gobernantes hemos aprendido el manejo del Estado. Liberación Nacional ha cumplido, as, la histórica tarea de darle la oportunidad a una nueva generación de dirigentes para que asuman el desafío de conducir al país por nuevos caminos de progreso.
Durante treinta y cinco años Liberación Nacional ha transformado a Costa Rica. Durante treinta y cinco años hemos madurado como partido. Mientras mejorábamos y afianzábamos la democracia costarricense, construimos y dimos fundamento a nuestra democracia interna. Hoy, Liberación Nacional es el partido más democrático del país; contamos con la más amplia estructura de los partidos nacionales. Esta es nuestra mejor conquista y será también nuestro mejor legado. La democracia interna de Liberación Nacional es un derecho de los liberacionistas. No es cuestionable ni negociable. Seamos siempre, queridos compañeros, celosos guardianes de la democracia interna, única garantía de que Liberación Nacional siga expresando la voluntad de la mayoría, única garantía de que Liberación Nacional no tenga dueños, única garantía de que Liberación Nacional sea el principal protector de la moral en el manejo de la cosa pública.
En esta lucha por la construcción de la democracia en el partido, debo rendir homenaje a quien es hoy el Presidente de los costarricenses, Luis Alberto Monge, quien se entregó a la causa de la democracia interna en Liberación Nacional. A Luis Alberto Monge, el Secretario General, el hombre al que los liberacionistas debemos agradecerle su devoción y dedicación por construir un partido auténticamente democrático, tolerante y responsable.
Las luchas de Luis Alberto Monge en el seno del partido se prolongan hasta la Presidencia de la República. Hoy da una batalla sin cuartel por la honestidad en la función pública, que será, en adelante, piedra fundamental de la democracia costarricense y principio del credo liberacionista. Luis Alberto ha demostrado que existen en Liberación Nacional la fuerza y el coraje necesarios para rescatar a Costa Rica del abismo al que la lanzó la irresponsabilidad de nuestros adversarios. Podemos estar confiados de que existe en nuestras filas sangre nueva con el talento, la imaginación y el compromiso necesarios para construir la Costa Rica que heredarán nuestros hijos.
El pasado 26 de enero presenté mi renuncia al cargo de Secretario General de nuestro partido. Renuncié con un año de antelación a la fecha fijada por el Directorio Político para celebrar la próxima convención, de acuerdo con lo que establece el estatuto que juré cumplir.
Durante casi cinco años puse lo mejor de mi voluntad, de mi inteligencia y de mi trabajo para construir un Partido Liberación Nacional más libre, más organizado, más responsable, más democrático. Me voy con la satisfacción de haber cumplido mi labor. Durante cinco años trabajé en forma ad honórem, con abnegación y mística, al lado de excelentes colaboradores, por engrandecer el cargo que heredé de las manos de Luis Alberto.
Me voy satisfecho de la labor realizada y tranquilo por el futuro. Me sucede como Secretario General el Ingeniero Rolando Araya Monge, en quien hemos querido los liberacionistas depositar las responsabilidades de la Secretaría. Parto tranquilo y esperanzado en que sea un hombre joven, representante de nuevas generaciones educadas políticamente en la escuela de Liberación Nacional, quien me sustituya. La renovación en el partido y en importantes cargos de gobierno demuestra que aquellos que nos formamos en el pensamiento y en las responsabilidades públicas en Liberación Nacional estamos preparados para seguir luchando por el bien de Costa Rica. Estas nuevas generaciones, maduras en el seno de Liberación Nacional, son uno de los importantes legados a Costa Rica de los hombres y las mujeres que fundaron nuestro movimiento. Ellos pueden estar tranquilos. Nosotros nos sentimos obligados por su ejemplo y daremos lo mejor de nosotros mismos por honrar su dedicación y por engrandecer a Costa Rica.
Hace algunos años, cuando servía al país como Ministro de Planificación Nacional y Política Económica, invité a una ambiciosa reflexión que llamamos «La Costa Rica del año 2000». El año 2000 se acerca y la tarea que nos queda es gigantesca. Junto con muchos costarricenses, de todas las generaciones y de todos los sectores y estratos de nuestra sociedad, reflexionamos hoy sobre la Costa Rica del mañana. Dejo la Secretaría General para profundizar esa reflexión, para prepararnos para las duras tareas y las pesadas responsabilidades que nos aguardan.
No será fácil gobernar la Costa Rica de 1986 . No será fácil construir la Costa Rica del futuro. Esas duras tareas requerirán el concurso de todos nosotros. En momentos en que en Centroamérica y en el Caribe se dan procesos que lanzan a los pueblos a la tentación totalitaria, los costarricenses debemos seguir empeñados en la batalla por fortalecer la democracia.
La crisis del presente nos ha impedido dar el impulso que quisiéramos a la democracia económica. Yo sueño, al igual que todos ustedes, con un país de propietarios y no de proletarios. Esa es nuestra gran tarea. Esa es la tarea que nos aguarda a todos los costarricenses. Yo sueño con hacer realidad el derecho de todos a una vivienda digna, a su alimentación, a la educación, a la salud y al trabajo. Sueño con garantizar la función social que le señala nuestra Constitución a la propiedad y aumentar la participación de los trabajadores en la toma de decisiones que los afectan. Sueño con impulsar más y más propiedades que abran nuevos horizontes a los costarricenses, como el cooperativismo y la autogestión. Sueño con fortalecer y enriquecer el legado de paz y libertad que recibimos de las generaciones que nos precedieron.
Demostrémosle una vez más al mundo que existe un pequeño país que, enclavado en una región convulsa, sigue siendo ejemplo de convivencia pacífica y civilizada, ejemplo de democracia y libertad. La pretensión de construir una Costa Rica mejor no es una tarea fácil, pero tampoco es imposible. Soy optimista y sé que habremos de lograrlo. Tengo muchas razones para pensar así. Solo quiero citar una: mi fe inquebrantable en el hombre, la mujer y el joven liberacionista.