Discurso pronunciado por el Dr. Oscar Arias Sánchez, Ministro de Planificación Nacional y Política Económica, el 4 de junio de 1976, en el acto de clausura del Primer Curso Nacional sobre Sistemas Integrados de Planificación Regional y Urbana, celebrado en San José.
Crecimiento espectacular
Muchos y muy importantes logros ha tenido Costa Rica en materia de desarrollo económico y social. Durante los últimos veinticinco años, se ha producido un crecimiento espectacular de nuestro país, el cual cobra cada vez mayor conciencia de la necesidad de satisfacer las demandas de nuestras comunidades. Hemos elevado considerablemente el nivel de vida de nuestros habitantes. Los avances en materia de educación y de salud son claros ejemplos del progreso experimentado por Costa Rica. Sin embargo, todavía falta mucho por hacer.
Desarrollo planificado
Nadie ignora que el desarrollo de un país, para que sea efectivo y justo, debe estar enmarcado dentro de políticas definidas, concordantes con las aspiraciones de la población y con sus posibilidades materiales y espirituales. Dentro de esa idea, hemos emprendido acciones vigorosas tendientes a encauzar la actividad nacional por derroteros previamente establecidos. En una palabra, hemos tomado conciencia de la necesidad de que nuestro desarrollo sea planificado.
Concentración en la Meseta Central
Uno de los problemas más serios del desarrollo de Costa Rica lo constituye, sin duda alguna, el hecho de que durante sus primeros ciento cincuenta años de vida independiente la actividad económica, social, cultural y política, se haya concentrado en la Meseta Central. El país ha descuidado durante esa centuria y media el desarrollo de otras zonas del territorio nacional, a las cuales se les ha dado poca importancia, no obstante que representan un enorme potencial en todos los campos.
Casi pudiéramos decir que nuestro desarrollo se ha caracterizado por la improvisación, y estas circunstancias nos plantean la inquietud, realmente acongojante, de lo que le sucederá al país en el futuro próximo, si no prevemos desde ahora las medidas que deben tomarse para lograr un desarrollo más armónico. La planificación regional y urbana constituye, en ese sentido, la principal herramienta para influir eficazmente en los fenómenos del desarrollo de Costa Rica. Ya sabemos que uno de los principales objetivos del Plan Nacional de Desarrollo es la regionalización del territorio nacional. Alcanzar esa meta supone, desde luego, no solo una consciente tarea de estudio y de previsión, sino también el esfuerzo coordinado de los entes del sector público, entre sí y con los particulares.
Conocimientos, experiencia y coordinación
Si deseamos que la acción gubernamental oriente las políticas de desarrollo socioeconómico, y que sea un instrumento útil para canalizar las demandas de la población, es indispensable que los funcionarios posean los conocimientos y la experiencia necesarios para hacer realidad las acciones correspondientes. De nada valdría la preparación de una refinada política para satisfacer las necesidades del desarrollo, si no cuenta con el respaldo de quienes han de ejecutarla. Pero tampoco esto sería suficiente: es indispensable que exista la mejor coordinación para alcanzar el éxito. De ahí que la Oficina de Planificación Nacional se haya propuesto todo un programa en este campo, el cual incluye la realización de estudios detallados sobre diversos aspectos de la población. La mejor forma de capacitar a esa población, es determinar las actividades económicas que conviene impulsar y hacer un inventario de los recursos naturales con que cuenta el país, de las posibilidades de aplicar uno u otro tipo de tecnología, de la clase de servicios básicos requeridos y de otros aspectos no menos importantes. Este primer Curso sobre Sistemas Integrados de Planificación Regional y Urbana forma parte, precisamente, de ese esfuerzo que realiza OFIPLAN y es, además, una de las maneras de plasmar la coordinación interinstitucional: en ese esfuerzo se unen con esta Oficina importantes instituciones, tales como el Instituto Nacional de Vivienda y Urbanismo, el Instituto de Fomento y Asesoría Municipal y la Organización de Estados Americanos. Todo ello nos permitirá implantar en breve un sistema de planificación regional y urbana para todo el territorio costarricense, que haga posible la formulación de un conjunto de opciones básicas para una política nacional en ese ámbito.
Desarrollo armónico
Es evidente la necesidad de que las poblaciones se desarrollen de manera armónica y que las actividades económicas que se promuevan guarden una relación directa con las necesidades de ese crecimiento. El hecho de que, por otra parte, las urbes sufran hoy día serios problemas de contaminación ambiental, dificultades para la provisión de viviendas, congestionamiento de tránsito de vehículos y de las comunicaciones y con ello serios conflictos sociales; nos obligan, también, a proponer medidas tendientes a propiciar un desarrollo más armónico de las ciudades. En ese sentido, Costa Rica se encuentra hoy en los umbrales de una decisión histórica acerca de la forma como habrá de conducirse el crecimiento de la Región Metropolitana. Si bien es cierto que los problemas de concentración no han sido, en nuestro país, tan graves como para socavar en extremo nuestra cultura, no podemos desentendernos del problema que supone un crecimiento anárquico de las ciudades, que podría generar serios disturbios en el futuro próximo.
Crear condiciones propicias
El trabajo que desarrolla OFIPLAN tiene especial importancia como medio de sentar las bases de un proceso continuo de planificación, mediante el cual se logre un apropiado ordenamiento de la utilización de nuestro territorio y la ampliación de las posibilidades de desarrollo regional. Ustedes han estado durante este curso en estrecho contacto con los problemas del desarrollo espacial y de la coordinación de las acciones encaminadas a promover el mejoramiento del nivel de vida de las comunidades y a satisfacer sus demandas. La población es siempre el objetivo fundamental de las acciones del Estado, cuya misión consiste en crear las condiciones propicias para un verdadero desarrollo del hombre y de la familia, en perfecta armonía con su medio ambiente, integrados al proceso de producción y bien ubicados en la sociedad. En esa acción del Estado, se considera fundamental que las comunidades participen en la planificación de su propio desarrollo y en la toma de decisiones políticas que las afecten. De ahí que el Sistema de Planificación Regional y Urbana contemple, entre sus diversos aspectos, todo cuanto concierne a la participación de las comunidades en el examen de los problemas regionales y de los programas destinados a asegurar niveles superiores de desarrollo. Ese sistema contempla, asimismo, mecanismos racionales para canalizar el esfuerzo conjunto de las comunidades, en función de objetivos bien definidos, tanto de mediano como de largo plazo. Por ello, no solo representa el instrumento técnico capaz de formular las opciones de desarrollo de cada región y sus costos, sino que también constituye la manera de orientar sus actividades. Esto permitirá lograr niveles de eficiencia superiores, en la medida en que garantiza la intercomunicación de los proyectos sectoriales que se ejecutan en el país. Eficiencia no solo en cuanto se refiere a la mayor organización de los recursos disponibles, sino, también, en el logro de niveles óptimos de desarrollo regional que contribuyan a un crecimiento armónico.
Infraestructura y migraciones
Es necesario crear una infraestructura equitativamente distribuida en todo el territorio nacional, de modo que se pueda satisfacer las necesidades de toda la población y de los sectores productivos, y se evite o atenúe en alto grado la migración hacia las zonas metropolitanas. Es obvio que los movimientos migratorios hacia las ciudades representan un serio escollo, puesto que generan conflictos por la falta de capacidad de éstos para proveer empleos suficientes a una población rural inadaptada a la tecnología propia del ambiente metropolitano, y también agudos problemas de miseria, de tugurios, de prostitución, de delincuencia y de conflictos sociales.
La necesidad de planificar
La experiencia del país en materia de planificación apenas alcanza el corto período de quince años y se refiere sobre todo a los aspectos económicos y sociales. Sin embargo, existe ya consenso entre amplios sectores en el sentido de que es necesario planificar, entendido este proceso como el requisito indispensable para prever nuestras acciones y luchar contra la improvisación. Así como hemos llegado a un acuerdo en el campo de la planificación socioeconómica, debemos introducir ahora el concepto de la planificación espacial. Esto es importante, sobre todo en Costa Rica, en donde convergen las dificultades que supone un acelerado crecimiento demográfico —en virtud del cual se duplica cada 30 años el número de habitantes— y la estrechez del territorio.
No cabe duda de que la planificación regional constituye una herramienta útil para nuestra democracia, puesto que permite distribuir los beneficios del desarrollo a todo lo largo y ancho de la geografía del país. Por comprender, el gobierno, la trascendencia de esa acción planificadora, le concede alta prioridad y se ha propuesto impulsarla vigorosamente.
Democracia y cambio
Quienes pretenden identificar el sistema democrático con la actitud conservadora que defiende el statu quo, en que el cambio social es prácticamente imposible, incurren en un grave error. La democracia tiene, por el contrario, una amplia capacidad revolucionaria. Las virtudes de nuestro régimen no se agotan en los conceptos políticos democráticos que ya conocemos. Es mucho más que un simple planteamiento político. Permitir la participación cada vez más amplia de las gentes significa no solo ampliar sus posibilidades de elegir o ser electos, sino también conceder a la población un mayor acceso a los bienes producidos por la sociedad y una actuación más eficaz de todas las comunidades en los diversos procesos decisorios.
Son miles de costarricenses los que pueden y deben ser incorporados al pleno goce de los beneficios de nuestra democracia. Nuestra meta debe consistir en hacer partícipe de esos beneficios a todo costarricense. Quienes hoy disfrutamos de las ventajas y bondades del régimen democrático no debemos temer a la capacidad revolucionaria de nuestra democracia. Es necesario avanzar y no retroceder, construir y no destruir. Los que suponen que la democracia costarricense se puede mantener y defender sin una mayor participación de todos los grupos sociales, se equivocan. Y no solo se equivocan, sino que también traicionan los más caros principios democráticos para refugiarse en el egoísmo que suele conducir a la destrucción de las libertades.
Revolución silenciosa y planificación regional
La planificación regional es otro de los aspectos de la «revolución silenciosa» que realiza el Presidente Oduber; un claro ejemplo de la lucha callada y eficaz que viene conduciendo la actual Administración en beneficio de todos.
Nuestro reto es, en estos momentos, lograr que el desarrollo urbano y el desarrollo rural sean compatibles, y que los esfuerzos de las instituciones públicas y privadas se sincronicen de tal manera, que permitan alcanzar para las generaciones futuras una Costa Rica más justa, dentro del marco de paz y de democracia que nos legaron nuestros antepasados. Sin duda alguna, la Historia pone en nuestras manos una gran responsabilidad. Así como hemos sido capaces hasta ahora de preservar la armonía de la familia costarricense, debemos ser capaces de evitar que se deteriore lo que con tanto esfuerzo hemos logrado hasta el presente. Los resultados de nuestro trabajo de hoy en beneficio del mejor desarrollo económico y social del país serán nuestra mejor recompensa.