Consideraciones sobre el sistema de financiamiento externo para el desarrollo de Costa Rica

Discurso

Discurso pronunciado por el Dr. Oscar Arias Sánchez, Ministro de Planificación Nacional y Política Económica, el 28 de mayo de 1976, en la clausura del Seminario sobre Estrategia y Programación del Financiamiento Externo, celebrado en la ciudad de San José.

La revolución silenciosa

Sin la publicidad interna o externa que se ha dado a las experiencias de otros países, Costa Rica viene realizando, con paso firme y seguro y guiada por las directrices del gobierno actual, una revolución silenciosa, que ha transformado notoriamente, mejorándolas, nuestras posibilidades de desarrollo. Sin aspavientos, con la sencillez que caracteriza a las grandes realizaciones, el liderazgo del Presidente Oduber ha venido orientando a nuestro país por la senda que conduce al encuentro de un desarrollo auténticamente nacional, basado en nuestras más preciadas tradiciones de respeto a la persona humana y de reconocimiento a los más caros valores de nuestra sociedad.

Hemos sido capaces de analizar juntos —pueblo y gobierno— las experiencias, exitosas o fallidas, que se han dado en nuestro continente, y de extraer de ellas valiosas enseñanzas para construir, con confianza y optimismo, una conciencia nacional propia, adaptada a las necesidades de nuestro crecimiento y a las demandas de nuestra población. Es una cuestión ya decidida que en nuestra vía hacia el progreso y el logro de una mayor justicia social no influirán los dogmatismos que tanto daño han causado —y siguen causando— en otras latitudes.

Ahorro externo y ahorro interno

Todo lo que concierne al importante campo del financiamiento externo, de que hoy nos hemos ocupado, no es excepción a esa actitud que mencioné al principio. Nos interesa, en efecto, determinar con claridad el papel que justamente le corresponde al ahorro externo en nuestro desarrollo. Pero, en este campo, estamos interesados en encontrar, una vez más, soluciones propias.

Dentro de estas perspectivas, hay ciertas afirmaciones que podemos hacer, con seguridad y con certeza, pues ya sabemos que concuerdan con los mejores intereses de nuestro país. Así, estamos en capacidad de opinar que la base de nuestro desarrollo debe ser el ahorro interno, objetivo central para el que no existe sustituto alguno. Como resultado de esta premisa, afirmamos que el ahorro externo, en cualquiera de sus formas —préstamos de apoyo a la balanza de pagos, préstamos de desarrollo e inversiones extranjeras directas—, no debe constituirse sino en un complemento del esfuerzo interno. Es más, somos de la opinión de que el ahorro externo debe utilizarse únicamente en función de los programas nacionales de desarrollo.

Soberanía económica

En este aspecto, tenemos la obligación de dejar claro nuestro pensamiento en cuanto concierne al valor que le damos a la soberanía económica y financiera. No es posible marginar la circunstancia de que la aparente facilidad que nos induce a veces a trasladar el esfuerzo interno hacia excedentes generados en el exterior, puede tener ingratas repercusiones sobre la autonomía que pretendemos para el país, en materia de desarrollo económico y social.

El tratamiento que los países deben dar a los aspectos del financiamiento externo es, sin duda alguna, un tema de permanente actualidad, particularmente en las circunstancias que vive el mundo de nuestros días. No de otra manera puede interpretarse el interés que ha suscitado, en el caso de Costa Rica, este «Seminario sobre estrategia y programación del financiamiento externo», promovido por la Oficina de Planificación Nacional y Política Económica conjuntamente con la Organización de Estados Americanos.

El financiamiento externo no es la medicina que cura todos los males; por ello, no constituye un fin, sino una herramienta para coadyuvar en la solución de los problemas que nos presenta el desarrollo económico. Ciertamente, el lograr las metas de bienestar que se trazan los pueblos depende de manera fundamental del esfuerzo de las naciones, del tesón y de la inteligencia con que se exploten las posibilidades internas.

En Costa Rica, el endeudamiento externo no ha adquirido proporciones tan altas como para sentirnos temerosos de su volumen o de la influencia que pueda tener en nuestro desarrollo económico, social, cultural y político. Pero, sin duda, es ya tiempo oportuno para someter dicho endeudamiento a nuestra política integral de desarrollo, pues, en la medida en que aumente indiscriminadamente el servicio de la deuda externa, el país comenzará a perder autonomía y será cada vez más dependiente de las condiciones que pretendan imponernos los organismos financieros internacionales. Cuanto mayor sea la carga de la obligación financiera, más estrechas y difíciles serán las posibilidades de conservar nuestra autonomía y nuestro poder para decidir las metas de progreso económico que concebimos para nuestro pueblo.

Financiamiento del desarrollo

Los esfuerzos que ha realizado el Banco Central de Costa Rica por fomentar las exportaciones merecen el decidido apoyo tanto del sector público como del sector privado. La consolidación de esas acciones resulta necesaria para asegurar al país un creciente ingreso de divisas. El objetivo central de esta política, que consiste en diversificar los productos de exportación y ampliar los mercados externos, tiende a atenuar el impacto que sobre la economía nacional tienen las fluctuaciones en los mercados internacionales.

Pensar que nuestro desarrollo depende de lo que otros hagan por nosotros resultaría lamentable. El gobierno del Presidente Oduber se ha caracterizado, precisamente, por los serios esfuerzos que viene realizando para colocar a nuestro país en mejor posición con respecto a las condiciones de financiamiento de nuestros programas de desarrollo.

Nos corresponde ahora emprender acciones encaminadas a elevar sustancialmente la participación del ahorro nacional en el desarrollo socioeconómico de la nación. Para ello, es preciso redoblar esfuerzos, a fin de fortalecer nuestras instituciones financieras; establecer nuevos sistemas de ahorro o hacer más atractivos los ya existentes, y emprender un programa de educación orientado a modificar los hábitos de consumo de la población.

Solo si tenemos éxito en la aplicación de medidas como las mencionadas, podremos afirmar que no corresponde a los organismos de financiamiento internacionales recomendar al país políticas económicas y sociales, campo que debe ser privativo de las autoridades nacionales.

Prioridades en la asignación de los recursos

Ahora bien, no hay duda de que el financiamiento externo aumenta en relación directa con la facilidad existente para obtener recursos externos: la oferta crea su propia demanda.

Hace falta, no obstante, perfeccionar los mecanismos para el establecimiento de prioridades y para decidir en forma más exitosa acerca de las opciones que se le presentan al país.

En otro aspecto, la financiación externa resulta necesaria en aquellos casos en que es difícil sustituirla con el esfuerzo nacional. En efecto, el país necesita ciertos bienes y determinada clase de tecnología para alcanzar sus metas de crecimiento.

Entre 1970 y 1976, cerca de la mitad de los recursos externos obtenidos se ha canalizado hacia los sectores de transportes, energía y telecomunicaciones, conforme a las prioridades establecidas por el país en materia de inversiones públicas. Sin embargo, estamos conscientes de la necesidad de vigorizar aún más a los sectores productivos —agropecuario, industrial y turismo— que hasta ahora han utilizado un porcentaje más bajo de tales recursos.

Hemos hecho un esfuerzo significativo para mejorar y racionalizar el sistema de captación y asignación de recursos externos. En este aspecto, la creación del Sistema de Financiamiento Externo representa un notable avance. Gracias a él será posible obtener recursos oportunamente, en las mejores condiciones posibles, y destinarlos en concordancia con el papel que les corresponde dentro de la política económica y social del país.

Poder negociador y proyectos

Este Sistema de Financiamiento Externo tiene como objetivos principales fortalecer el poder negociador del país, sobre la premisa de que las negociaciones constituyen una técnica que exige gran dedicación, experiencia y conocimientos. Se logrará, además, la ventaja de poder negociar en forma conjunta varios proyectos en lugar de hacerlo aisladamente. La preparación de profesionales en este campo, así como en la formulación científica de planes, programas y proyectos, es otro de los objetivos del Sistema.

Política de financiamiento externo y sistema de información

Nos proponemos fijar una política de financiamiento externo que determine el papel cuantitativo y cualitativo que le corresponde en el proceso de desarrollo económico y social del país. Mediante esta política, podrán determinarse los criterios orientadores de las decisiones en esa materia, e identificarse opciones en materia de refuerzos financieros del exterior y límites máximos por sectores, que sean compatibles con los programas y proyectos de inversión contemplados en la estrategia nacional de desarrollo.

Resulta, también, indispensable instalar un sistema seguro de información que permita evaluar en forma permanente la situación del país en materia de endeudamiento externo, no solo en los aspectos legales y financieros relativos al desembolso, servicio y reembolso de la deuda externa, sino también que permita verificar si la asignación de recursos externos está enmarcada dentro de los límites de endeudamiento global, sectorial e institucional, según la estrategia y el plan global de desarrollo del país.

Ambito centroamericano

Todas estas inquietudes y los esfuerzos que ha venido realizando el gobierno para mejorar las políticas de financiamiento externo, me inducen a afirmar que este seminario resulta muy oportuno, pues se trata del primer foro nacional en que se debate ampliamente un tema tan importante, de cuya discusión habrán de derivarse grandes ventajas. Creo que sería de suma utilidad patrocinar otro cónclave de este tipo, cuyo tema central sea la inversión extranjera en el ámbito centroamericano, dentro de la idea de establecer criterios útiles en cuanto a su ubicación, prerrogativas y obligaciones.