Fieles a la voluntad del pueblo

Discurso

Óscar Arias Sánchez, Presidente de la República, 01 de mayo de 1987.

Vengo a rendir cuentas

Vengo a cumplir con un imperativo constitucional. Vengo a este sagrado recinto del pueblo de Costa Rica a informar de la marcha del gobierno. Vengo a hablarles del estado político de la República. Vengo a rendir cuentas del mandato que recibí hace un año de mi pueblo. Vengo a proponer medidas para el bienestar de la Nación.

La democracia se robustece cuando hay confianza entre gobernantes y gobernados. Mi vida ha sido un constante esfuerzo por servir, con humildad y empeño, las aspiraciones del pueblo, y ahora, como gobernante, cumplir su mandato. Al gobernante no se le elige, en esta nación, para utilizar el poder a su arbitrio. No se le elige para menospreciar los valores éticos, ni para ignorar las tradiciones nacionales. No se le elige para que le dé la espalda a la mayoría que le confía sus votos en elecciones libres.

Fidelidad al mandato del pueblo

Estoy hoy aquí para hablar de éxitos y de desalientos, de esperanzas y de angustias, de compromisos y lealtades en el cumplimiento de ese mandato que me entregó la fuerza de la democracia costarricense. El mandato que recibí fue para robustecer la paz y alejar a Costa Rica de la guerra; para promover el empleo; para construir viviendas; para aliviar las angustias del costo de la vida; para buscar un camino costarricense hacia una nueva economía; para distribuir el poder económico y el poder político; para luchar contra la corrupción, en todas sus formas; para mantener nuestras más puras tradiciones. Recibí el mandato de servir los horizontes de una Patria Joven y asegurar la plena igualdad de la mujer. Recibí el mandato de consolidar juntos los cimientos de un país próspero y seguro para muchas generaciones . Recibí el mandato de hacer por nuestros hijos lo que nuestros padres y nuestros abuelos hicieron por nosotros.

Acepté el mandato de un pueblo altivo y tenaz que, por adversas que sean las circunstancias, no renuncia a su aspiración de ser el primer país desarrollado de nuestra América Latina.

Una tarea enorme

Desde el gobierno, los problemas parecen a veces tan complejos, que con frecuencia es difícil saber cuál de ellos debe abordarse primero y dónde se deben concentrar nuestros esfuerzos. En algunas ocasiones, causa angustia comprobar que no tenemos recursos, ni humanos ni financieros, para afrontar todos los retos que nos parecen urgentes. En otras oportunidades, la prudencia nos enseña que, ante la falta de apoyo político, es difícil actuar con la prontitud deseada.

La tarea es enorme. Llegó la hora de resolver viejos problemas y curar antiguos males que la inercia ha venido acumulando durante décadas.

Llegó la hora de enfrentarnos, con imaginación y coraje, a los retos de una nueva economía internacional y a las sombrías circunstancias que amenazan la paz. En este primer año hemos trabajado en muchos campos previstos por el programa de gobierno. Confío en que, oportunamente, con la ayuda de todos, habremos de alcanzar lo que se ha propuesto esta Administración.

Pueblo inteligente y visionario

En su afán de capitalizar políticamente casi cualquier hecho, algunos tienden a simplificar las cosas. Los asuntos públicos corren el riesgo de tratarse con una simplicidad que ofende la cultura política del costarricense. Las posiciones extremas, que con alguna frecuencia gozan de amplia difusión en los medios de comunicación social, no representan los sentimientos de la gran mayoría de los costarricenses, que sigue siendo mesurada, inteligente y visionaria.

Estoy satisfecho de que, durante este primer año, se hayan establecido relaciones aceptables entre el gobierno y la oposición política. Creo que esas relaciones han sido de gran beneficio para Costa Rica y para nuestra democracia; pero creo que pueden y deben mejorarse. A los líderes de la Oposición les reitero que las puertas de la Casa Presidencial están permanentemente abiertas, y que serán siempre bienvenidos.

Es preciso, sin embargo, denunciar ciertas actitudes negativas, que podrían obstaculizar los esfuerzos de quienes, en todos los bandos políticos, anhelan el progreso de la patria.

Juzgar con honestidad al gobernante

Algunos pretenden juzgar a esta Administración por cosas para las que no fuimos electos. Yo no fui elegido Presidente para aplicar un modelo económico irrespetuoso de nuestras tradiciones e insensible al desempleo y a las angustias de los hogares. No fui elegido para militarizar a Costa Rica ni para imponer soluciones únicas a problemas complejos. No fui elegido para hacerme sordo al diálogo, ni para atemorizarme ante la necesidad de llegar a acuerdos políticos para bien del país. No fui elegido para mostrar debilidades frente a los fanáticos, cualquiera sea su ideología, ni para amedrentarme ante las presiones de grupos de interés. No fui elegido para desconfiar del productor ni para desatender las aspiraciones legítimas de los trabajadores.

Fui elegido para servir y para obedecer el mandato del que hoy he venido a dar cuenta ante ustedes. Es un mandato limpio y democrático, que nació de compromisos anunciados a lo largo de una campaña electoral que fue ejemplo ante el mundo entero. En esa campaña, nunca tuve temor de asumir responsabilidades concretas con el pueblo. Solo así se puede juzgar con honestidad al gobierno; solo así puede terminarse con la demagogia que separa al gobernante del gobernado, que alienta la desconfianza y que debilita la democracia.

No se justifica una oposición destructiva

Veo con tristeza que unos pocos políticos pretenden justificar una oposición siempre destructiva. Utilizan las peores prácticas, incluidos el insulto y la mentira.

Pretenden justificar esa actitud tan mezquina y antipatriótica con el argumento de que el éxito de este gobierno sería la antesala para un nuevo período presidencial del partido en el poder, lo cual pondría en peligro —según dicen— nuestra democracia.

Es inaceptable una actitud que pregona la ruina de Costa Rica con el falso pretexto de salvar su democracia. No es demócrata quien piensa que el pueblo está obligado a entregarle a él el poder sin tener nada que ofrecerle. No es demócrata quien busca satisfacer ambiciones de poder sin jamás haber mostrado vocación de servicio.

Quienes así actúan no conocen a Costa Rica. Aquí no le tememos a la libertad. Aquí el pueblo alejará de la política irremisiblemente a quienes irrespetan su cultura, menosprecian la educación del costarricense y se burlan de su inteligencia. Estoy convencido de que, en nuestra patria, nunca se elegirá un gobernante que reclame el poder alegando, con cinismo, derechos no ganados limpiamente ante los electores.

En las democracias europeas, a los partidos socialdemócratas o democratacristianos se les ha entregado el gobierno por muchos períodos consecutivos, sin que por ello se pusiera en peligro la democracia. Estoy convencido de que la madurez de la democracia costarricense no es menor que la de las democracias europeas. Aquí llegarán al poder solo los mejores hombres y mujeres y los mejores partidos.

Quienes insisten en la alternabilidad automática solo desean volver a un pasado en que grupos de interés poderosos manipulaban al pueblo y conducían la política sumando odios y rencores. Solo el pueblo tiene el derecho de decidir sobre este asunto. No es un accidente que quienes reclaman el poder político con falsos pretextos, sean los mismos que luchan por monopolizar el poder económico y obstaculizan todo esfuerzo por democratizar la economía.

Porque creo que en la política se debe ser siempre sincero, transparente, intelectualmente honesto, veo con tristeza cómo algunos, muy pocos por fortuna, proclaman públicamente una ideología de absoluto repudio a la participación del Estado en la economía, mientras en privado le piden a las instituciones públicas, con cinismo, la solución de sus problemas particulares

Logros que unan

La tarea de resolver nuestros problemas, es responsabilidad de todos y no solo del gobierno. Así lo sentimos la inmensa mayoría de los costarricenses, que ya superamos la etapa del paternalismo estatal exacerbado.

La Costa Rica de hoy exige, tanto en el gobierno como en la oposición, hombres constructivos y leales a los destinos superiores de la patria, capaces de entender que ya no tiene cabida entre nosotros la ambición política, si no está avalada por la capacidad, por una honestidad intachable, y por una probada vocación de servicio en favor del pueblo.

Comprendo la necesidad de establecer un amplio consenso de todos los sectores del país para cumplir las tareas que nos hemos impuesto. He dicho muchas veces que no tengo respuestas para todos los problemas de nuestra sociedad y que, por ello, deseo concitar las mejores voluntades para allanar el camino hacia el progreso.

Prefiero convencer que vencer. No deseo victorias que dividan, sino logros que unan. La paz y la democracia nos han hecho grandes; el interés mezquino atenta contra el legado de nuestros mayores y obstaculiza los esfuerzos que realizamos por la Costa Rica del futuro. La democracia se afianza con el contraste de las ideas, pero a nadie le está permitido monopolizar el poder para imponer arbitrariamente su voluntad. Por ello, ni la mayoría ni la minoría tiene el derecho de actuar irracionalmente.

Algunas de nuestras acciones son el complemento de esfuerzos iniciados por la administración anterior. Por esta razón, no pueden atribuirse solo a este gobierno; son, en buena medida, méritos de don Luis Alberto Monge y de sus colaboradores.

Hemos continuado varios de los programas que el país viene realizando desde hace algunos años, por considerarlos útiles para el desarrollo nacional. Comprendemos la necesidad de capitalizar, en favor de la sociedad costarricense, todo lo bueno que hicieron nuestros antecesores. También hemos rectificado rumbos ahí donde ha sido necesario.

El mandato de la paz

Quiero hablarles primero del mandato que recibí para robustecer la paz y para alejarnos de los conflictos armados que tienen lugar en Centroamérica.

Dije en la campaña política que la paz sería mi preocupación principal. Dije, además, que sin paz estable no podríamos retornar a los caminos de crecimiento económico.

He trabajado sin descanso y sin mezquindades por la paz. Costa Rica está hoy más lejos de la guerra, más segura de su paz, y es más respetada por sus propios valores en el concierto mundial de las naciones. Al asumir la Presidencia de la República hablé de una alianza para la libertad y la democracia en las Américas. Hablé de la libertad y la democracia como las únicas garantías para evitar las luchas armadas en los pueblos y asegurar el respeto a los derechos humanos. Saludé también en esa ocasión el retorno de tantas naciones hermanas a la democracia, y reiteré el apoyo a los nuevos gobiernos libres de América.

En las Américas persisten varias dictaduras. Hemos visto cómo, en algunas de las nuevas democracias, los militares han vuelto a amenazar la libertad. El retorno a la democracia no está recibiendo del mundo el apoyo necesario para consolidarse. De persistir Occidente en esta conducta suicida, será corresponsable, sin duda, de grandes tragedias para la democracia y los derechos humanos en el futuro inmediato de América Latina.

Hoy estoy convencido, más que nunca, de que la lucha por la paz es causa que solo pueden defender con legitimidad los hombres libres. Estoy convencido de que el progreso económico con justicia social es causa que solo pueden defender con legitimidad quienes viven en democracia. Jamás permitiremos que se nos arrebaten las banderas más sagradas del hombre libre, las banderas más queridas de los valores espirituales de la civilización occidental.

Si en el mundo de hoy no podemos caminar con los estandartes de la justicia y de la paz, estaremos renunciando a nuestro legado cristiano. Estas banderas las reclama Costa Rica para su política exterior. No puede ser de otra manera.

Al agradecer en nuestra Catedral, al día siguiente de las últimas elecciones, dije al Pastor y a Costa Rica que en el primer peldaño de nuestros compromisos estaba inscrito que regiríamos todas nuestras acciones de gobierno por los principios espirituales de la civilización cristiana.

Dije también que en el peldaño que nos conducía al altar del templo quedaba inscrito nuestro compromiso de defender y robustecer la paz. Prometí mantener a Costa Rica fuera de los conflictos centroamericanos y luchar incansablemente para que en Centroamérica no sigan matándose hermanos, olvidándose de Dios. El pueblo sabe que he cumplido cada día estos compromisos sagrados.

Una acusación injusta

El gobierno ha declarado su estricta neutralidad en el campo militar. No existen grupos armados que amenacen u hostiguen a nuestros vecinos, ni esta Administración ha tolerado que funcionen aquí organizaciones que pongan en entredicho nuestro apego a las normas del derecho internacional.

Pese a ello, injustificada y arteramente, el régimen de Managua interpuso una acusación contra Costa Rica ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya. Respondimos sin dilaciones: aceptamos la jurisdicción de la Corte e integramos un equipo de notables abogados para que, bajo la dirección del Ministerio de Relaciones Exteriores, defiendan al país. Probaremos la falsedad de los cargos que se nos imputan. Probaremos que, lejos de ser culpables somos víctimas de un régimen que ha traicionado a su propio pueblo.

Una hora para la paz

Cuando proponemos un plan de paz, lo que hacemos es entregar una oferta política basada en los valores en que más profundamente creemos los costarricenses. Un pueblo de paz no puede predicar la guerra. Un pueblo de diálogo no puede practicar la intolerancia. Un pueblo de ideas no puede aceptar el fanatismo. Un pueblo que busca el amor no es terreno fértil para los odios.

Costa Rica no puede proponer una paz fundada en las armas, una paz fundada en la victoria o en la derrota, una paz fundada en la suma y la resta de la destrucción y la muerte. Nuestra propuesta solo puede estar basada en lo que creemos. Creemos en el diálogo, creemos en el compromiso político, creemos en la capacidad del hombre para rectificar, creemos en la libertad, y creemos en los principios internacionales que buscan garantizar el respeto mutuo entre los pueblos. Queremos encontrar la paz en la libertad y en la democracia compartida por todos los pueblos de América.

No a las armas

Costa Rica no predicará nunca la solución armada, ni callará ante la violencia. Si la ceguera y el dogmatismo, si la soberbia y el temor a la libertad, llevan a pueblos grandes y a pueblos pequeños a no escuchar el reclamo del amor, a no ver los caminos de la paz; si los llevan a rechazar oportunidades de reconciliación, no por ello Costa Rica se sumará a soluciones militares.

Sepan, desde ya, quienes, dentro y fuera del país, anhelan que el fracaso de una iniciativa de paz nos transforme en aliados de acciones bélicas, que eso no sucederá jamás. Renovaremos una y otra vez nuestra fe en el diálogo, nuestra convicción en las soluciones políticas. Somos un pueblo de paz y afrontaremos las amenazas de violencia y de guerra solo con las armas de la paz, pues son las nuestras, las que amamos, las que nos pertenecen como pueblo orgulloso de su libertad y su democracia.

Quise simbolizar el amor por estos valores, que tanto apreciamos, declarando el 1º de diciembre como el «Día de la abolición del ejército». No solo rendimos homenaje ese día a nuestro querido José Figueres, sino también reafirmamos que los costarricenses no creemos en las armas como método para solucionar los conflictos entre los hombres. ¡Que por siempre marchen nuestros hijos con un libro bajo el brazo, que jamás deban llevar el fusil sobre su hombro!

Para desarrollar nuestra política exterior, en este primer año de gobierno me he reunido con catorce presidentes de naciones latinoamericanas. Asistí, en la ciudad guatemalteca de Esquipulas, a la reunión de presidentes centroamericanos. Fui a las Naciones Unidas y a Washington. Convoqué a una reunión en San José, donde presentamos ante el mundo nuestra propuesta de Paz. Con esta intensa acción no he hecho otra cosa que expresar a los distintos gobernantes y a los pueblos del mundo lo que Costa Rica piensa y desea para que se viva la paz, para que se retorne al desarrollo, y para que podamos luchar con éxito contra la pobreza.

Unidos en la paz

Hemos recibido un apoyo externo sin precedentes en nuestra historia, para la política exterior. La fuerza de nuestros valores nos ha reconquistado amigos y ha robustecido a nuestro lado lealtades en todos los continentes. Dentro de pocas semanas el mundo entero estará pendiente del destino de nuestra oferta de paz. No ignoro los enormes obstáculos que aún debemos superar. No tengo por qué callar que sé también que hay quienes trabajan para que la reunión de paz no triunfe. Sin embargo, no vamos a desmayar. Nuestra fe es inquebrantable, se impondrán la libertad y la democracia, se impondrá la paz.

Mi confianza se funda en que trabajamos por causas nunca derrotadas en la historia del hombre. La confianza que, día a día, renuevo frente a tarea tan inmensa, se sustenta en una patria unida en sus valores más queridos. Esta no es la política exterior de un gobierno; es la política exterior de Costa Rica. Doy gracias a todos los ex presidentes de la República, que con tanta generosidad han dado apoyo a nuestros esfuerzos de paz. Doy gracias a los partidos políticos, que sin titubeos han dicho presente al llamado de paz.

Agradezco este apoyo a Costa Rica . Me honra ser el servidor del pueblo a quien le correspondió interpretar lo que, desde ayer en la historia y hasta siempre en el futuro, pensará Costa Rica cuando se hable de la libertad del hombre, cuando se hable de la necesidad de organizarse en democracia, y cuando se hable de repudiar la violencia y la guerra.

Hacia la nueva economía

Queremos que el futuro de la economía costarricense esté cada vez más en manos del sector privado. Para eso estamos trabajando. Esto no significa fortalecer la situación de los que tienen mucho, sino crear las condiciones propicias para que muchos tengan.

Para la nueva economía, redefiniremos el papel del Estado, partiendo del inalienable derecho del costarricense al trabajo, a la educación, a la salud, a la vivienda y a una mayor participación directa en las decisiones económicas y políticas. Lo he dicho siempre: el futuro lo definiremos juntos.

La historia económica de los países de mayor éxito, y nuestra propia historia económica, nos demuestran que la alternativa no está planteada entre liberalismo e intervencionismo. Lo importante es identificar los campos en los que puede competirse, con ventaja, en los mercados mundiales, para promover la producción destinada a esos mercados. Es importante, para alcanzar este objetivo, el estímulo del Estado a los empresarios. Es necesario utilizar la investigación y desarrollar tecnologías modernas. En el cambiante mundo de hoy no hay prioridades permanentes.

Democracia económica

Costa Rica es ejemplo de la forma como las cooperativas resuelven el antagonismo entre capital y trabajo, que ha sido funesto en otras sociedades. Aquí nació y se desarrolla aceleradamente el solidarismo. He hablado siempre de un camino costarricense en la economía. Estos son pilares para nuestro modo de producir, son demandas de la democracia económica, con los que hemos de hacer indestructible nuestra democracia política.

Si el sano espíritu de lucro impulsa la economía, las ganancias no deben ser monopolio de unos pocos, menos en un pueblo como el nuestro, que ha alcanzado altos niveles de educación. Si este espíritu empresarial es la fuerza dinámica más importante para la economía, como creemos, queremos que puedan demostrarlo la mayoría de los costarricenses. Para desarrollarnos necesitamos incorporar miles y miles de nuevos propietarios al proceso económico.

El país sabe que la función principal de la Comisión Reestructuradora de CODESA consiste en traspasar a los particulares empresas que hoy están en manos del Estado. En el caso de la Central Azucarera del Tempisque S. A., la empresa agroindustrial más grande del país, al transferir sus acciones a una organización cooperativa, hemos querido señalar dos cosas simultáneamente. La primera, que las empresas de CODESA van al sector privado, y la segunda, que más costarricenses lleguen a ser propietarios.

En el camino hacia la nueva economía, continuaremos trabajando para que el éxito económico premie a todos: trabajadores y empresarios. Siempre que sea posible, promoveremos esquemas empresariales en los que parte de los ingresos de los trabajadores estén unidos a los resultados económicos de las empresas para las cuales laboran.

Producir mejor

Frente al reto de las exportaciones, algunos verían con agrado que fuese la pobreza de los trabajadores la que les diera precios competitivos. Nuestra respuesta es superar el reto mediante una mayor productividad. Nuestra fe en este camino se afirma en el comportamiento de nuestros empresarios y de nuestros trabajadores. Durante 1986 la productividad de nuestra economía creció. Es una ruta que debemos continuar, que vamos a continuar.

Costa Rica ha alcanzado los niveles de productividad más elevados del mundo en la producción de algunos artículos agropecuarios. Asimismo, cuando se crearon facilidades para el desarrollo industrial, los empresarios respondieron con entusiasmo a las nuevas oportunidades, y tuvieron éxito. En años recientes, cuando el mercado centroamericano entró en crisis, los empresarios nacionales lograron colocar en otros mercados, con enorme agilidad, el 72 por ciento de la producción industrial exportada. Con anterioridad a esta crisis solo el 28 por ciento se vendía a terceros mercados. ¿Cómo no confiar, entonces, en el empresario costarricense?

Racionalización del sector público

Necesitamos un Estado eficiente, con responsabilidades claramente definidas y con una magnitud limitada a nuestras posibilidades financieras.

Los ajustes necesarios se harán partiendo del imperativo de mantener la democracia y la paz social. Para esto, trataremos de ofrecer opciones productivas de ocupación a los trabajadores que abandonen el sector público; nos proponemos crear nuevos empresarios mediante estímulos crediticios y fiscales para que, como dueños, presten el servicio que antes brindaban como asalariados.

Diálogo y concertación social

Hemos puesto en práctica una política económica que ha renovado la confianza del inversionista nacional y del extranjero en nuestro desarrollo.

La política salarial propuesta a las organizaciones laborales del sector público, y aceptada por ellas, constituye una muestra tangible del papel que el diálogo juega en mi gobierno.

Convinimos con esas organizaciones en conceder incrementos salariales que permitan compensar la inflación futura. Con los trabajadores del sector privado acordamos realizar negociaciones cada vez que la inflación acumulada sea de siete puntos porcentuales desde la última fijación salarial. Esto permitirá mantener el ingreso real de los costarricenses.

Política agropecuaria

Nuestra política agrícola, definida en el programa «Diálogo Permanente», no busca desplazar al agricultor para importar lo que él hoy produce, sino ayudarle a ser más eficiente. Mientras las fronteras de los países consumidores más grandes del mundo no se abran para los productos en los cuales podemos competir, mientras no ofrezcamos oportunidades reales a nuestros productores, no cesaremos de apoyarlos y de luchar por crear las condiciones necesarias para que sean más eficientes.

Las dificultades experimentadas por la agricultura nacional en los años más agudos de la crisis, han impedido a gran cantidad de productores beneficiarse del crédito bancario, pues les ha sido imposible atender adecuadamente sus deudas. Esperamos que puedan reanudar su actividad productiva con la readecuación de deudas que realizará el Sistema Bancario Nacional, como resultado de la Ley de Fomento a la Producción Agropecuaria (FODEA), recientemente aprobada por el Poder Legislativo.

Política industrial

En años recientes, el sector industrial costarricense ha experimentado cambios importantes, como resultado de una política inteligente de promoción estatal combinada con la iniciativa y la capacidad de respuesta de nuestros empresarios. Dentro de los regímenes de maquila y de zonas francas, y utilizando los beneficios incluidos en los contratos de exportación, el sector industrial ha diversificado con éxito su producción y sus mercados.

Continuaremos con estas políticas y procederemos a reducir las diferencias entre precios internos y externos, ajustando los niveles de protección de manera que el consumidor nacional tenga acceso a los productos industriales a precios más bajos. Los ajustes serán graduales, los anunciaremos con anterioridad a su ejecución y no significarán amenaza alguna para nuestras industrias ni desempleo para nuestros trabajadores.

Desarrollo tecnológico

Paralelamente, debemos buscar el desarrollo tecnológico que le permita al país disponer de los métodos más modernos para producir. En este esfuerzo por adaptar y desarrollar nuevas tecnologías, la participación del Estado es fundamental. El riesgo, la incertidumbre y el tiempo involucrado en el reto tecnológico, nos aconsejan seguir la experiencia de las economías de mayor éxito.

Banca

El esfuerzo por mayor producción requiere más recursos de inversión a tasas de interés acordes con la rentabilidad de nuestra economía. Desde el inicio del gobierno hemos procurado reducir de esas tasas. Para seguir atendiendo adecuadamente al ahorrante y al productor, necesitamos hacer más eficiente la banca estatal y controlar de manera más estricta el sistema financiero privado.

Urge también adecuar el mercado de capitales para que sea posible la participación directa de más y más costarricenses en la propiedad de las empresas nacionales. Hemos enviado a esta Asamblea varios proyectos de ley que, de ser aprobados, permitirán alcanzar tales objetivos.

Negociaciones respetuosas

En las conversaciones sostenidas con entes financieros internacionales y con países amigos, a veces no hemos avanzado con la celeridad deseada. Algunas de esas negociaciones han sido arduas y lentas; pero, con paciencia, se han comprendido y aceptado las preferencias que el pueblo costarricense, en ejercicio de sus derechos democráticos, ha definido claramente. Así hemos logrado que se respete nuestra intención de mantener y fortalecer la banca estatal; de no escatimar recursos públicos para la construcción de viviendas de interés social; de mantener la pequeña propiedad y de fortalecer la propiedad cooperativa, la solidarista y la autogestionaria; de ajustar con prudencia y gradualmente los aranceles protectores de la industria nacional, y de no empobrecer a Costa Rica por atender la deuda externa.

Estamos seguros de que, en adelante, el diálogo partirá de estos principios y las negociaciones se agilizarán sobre la base del respeto a los deseos de la mayoría de nuestro pueblo. Hemos presentado una propuesta justa para pagar nuestra deuda externa. Confío en que será aceptada. Hemos presentado al Banco Mundial un programa de cambios estructurales que responde a la búsqueda del camino costarricense del desarrollo. Espero que sea aprobado pronto. Hemos presentado al Fondo Monetario Internacional una propuesta de ajuste que responde a la austeridad con que vamos a manejar la economía. Luchamos por su pronta aprobación.

Podemos hacerlo

Hoy Costa Rica puede competir satisfactoriamente en el mercado mundial con una gran cantidad de productos industriales. Debemos continuar por esta ruta haciendo ajustes selectivos y graduales en los mecanismos de promoción de exportaciones, para que nuevas actividades sean la fuente de dinamismo de nuestra economía.

La producción nacional creció en 1986 el 4,2 por ciento, de tal manera que el ingreso por habitante continúa recuperándose.

Los empresarios nacionales y los extranjeros que, con optimismo, participan en el esfuerzo nacional, dedicaron el 12 por ciento más de recursos a la inversión, que en 1985. Esto ha permitido que más y más costarricenses abandonen la indignidad del desempleo para participar activamente en ese esfuerzo. Entre julio de 1985 y julio de 1986 se crearon más de 30.000 nuevas plazas de trabajo, con lo cual la tasa de desocupación se redujo al 6 por ciento, la más baja de todo el continente americano. A pesar de ello, la ocupación en el sector público se ha reducido.

El éxito obtenido en el campo de la producción se refleja también en una baja del 46 por ciento del déficit de la balanza comercial del país, el cual fue de 97 millones de dólares en 1986, mientras en 1985 había llegado a 181 millones de dólares.

Las exportaciones agropecuarias no tradicionales se incrementaron el 15 por ciento entre 1985 y 1986, y las exportaciones de productos industriales a países fuera del Mercado Común Centroamericano aumentaron el 30 por ciento.

Durante 1986, nuestra deuda externa se redujo en 61 millones de dólares. Es la primera vez que esto ocurre en los últimos diecisiete años.

Acciones urgentes

Sin embargo, estas satisfacciones se ven menguadas por acontecimientos fuera de nuestro control. En 1987, los ingresos por concepto de exportaciones de café disminuirán sustancialmente, y, en contraste, el valor de las importaciones se incrementará como resultado del alza del precio del petróleo. También preocupa que la tasa inflacionaria sufriera un pequeño aumento durante 1986, en relación con la de 1985.

Ante estas dificultades y frente al imperativo de mantener la estabilidad de la economía, mi gobierno ha propuesto nuevos tributos y ha ajustado la política cambiaria y crediticia. Además, hemos proseguido en nuestros esfuerzos de racionalizar el gasto público y hacerlo más eficiente.

Las intervenciones realizadas en la Junta de Administración Portuaria y de Desarrollo Económico de la Vertiente Atlántica, en el Instituto Costarricense de Turismo y en las aduanas nacionales, así como el envío de varios proyectos de ley a esta Asamblea, tendientes a modernizar nuestro sistema financiero y a reestructurar algunos ministerios, reflejan ese esfuerzo.

Confianza en el éxito

Nuestra confianza en la capacidad del costarricense para acabar con la pobreza y con el subdesarrollo es inquebrantable. Hemos emprendido un camino propio de desarrollo basado en nuestras capacidades y nuestras experiencias. Así como tuvimos éxito ayer, lo tendremos mañana. Costa Rica ha vuelto a tener confianza, ha vuelto a mirar el futuro con optimismo. Los obstáculos que habremos de superar solo harán más grande el disfrute de la prosperidad que crearemos juntos.

Política social

A fin de acercarnos a la igualdad de oportunidades para todos los costarricenses, la política social abarca los siguientes campos: vivienda, destinado a solucionar de manera integral el problema de la falta de albergue digno para las familias; generación de 25.000 empleos por año; democratización económica, para crear cada vez más amplias y firmes oportunidades de acceso a la propiedad de los medios de producción: tierra para que no haya campesinos sin tierra, ni tierra sin campesinos; y nuevas formas de organización social, como cooperativas, asociaciones solidaristas y empresas autogestionarias; democratización geográfica, cuyo objetivo central es trasladar poder económico y político a las zonas periféricas del territorio nacional; incorporación de la mujer al proceso productivo, en condiciones de igualdad con el hombre; y programas para los refugiados, programas para el control del tráfico de drogas y de la fármacodependencia, y programas para el robustecimiento de la identidad nacional.

80.000 viviendas: una meta nacional

El déficit habitacional del país ha alcanzado cifras impresionantes: hacen falta más de 130.000 casas. Es necesario darle a la vivienda la misma importancia que en su oportunidad se les concedió a la educación y a la salud. La solución del déficit de viviendas se ha convertido en una cruzada nacional, que ha llegado al corazón de todos los costarricenses, que ha creado enormes esperanzas en la sociedad y que ha despertado un formidable deseo de trabajar juntos para alcanzar las metas que nos hemos propuesto en este campo.

Construir 80.000 viviendas en cuatro años entraña un esfuerzo nacional sin precedentes. Ese esfuerzo no corresponde solo a las instituciones estatales; es una responsabilidad compartida entre el sector público y la iniciativa privada. Por eso, el gobierno le ha dado particular énfasis a la creación de las condiciones propicias para que los empresarios particulares contribuyan de manera determinante en la solución del déficit habitacional.

Al finalizar este primer año de gobierno, estamos preparados para avanzar a paso firme hacia metas cada vez más ambiciosas. Se han sentado ya las bases para emprender, con éxito, la lucha para solucionar el problema habitacional de aquí al año 2.000. Se creó el Banco Hipotecario de la Vivienda, se le han hecho a las instituciones del sector los ajustes necesarios y ha nacido, en todo el país, un nuevo espíritu de trabajo, cuyo ímpetu augura resultados impresionantes.

En el orden financiero, se captó y se movilizó para vivienda la suma de más de 6.000 millones de colones, de mayo de 1986 al 15 de abril de 1987. Nos proponemos alcanzar, para finales de 1987, la cifra de más de 7.000 millones de colones, con lo cual se establecerá una marca histórica en este campo.

Deseo destacar la encomiable cooperación que hemos recibido de países amigos, identificados plenamente con nuestros anhelos de mejorar las condiciones de vida de la población. Sobresale la contribución de la Agencia para el Desarrollo Internacional, que nos ha permitido mejorar programas existentes, crear programas nuevos y perfeccionar los términos de recuperación y rentabilidad con que trabajamos. También destaca, de manera especial, el apoyo del gobierno de Canadá, que le ha donado a nuestro país recursos para atender las necesidades habitacionales de un número cada vez más amplio de familias en las áreas rurales. Suecia y Dinamarca nos brindan, en este campo, apoyo técnico invaluable.

Quiero hacer mención especial de la contribución que el Poder Legislativo ha brindado para solucionar el problema de la vivienda. La promulgación de la Ley del Banco de la Vivienda ha sido fundamental para que se inicie de inmediato la más grande innovación que podamos imaginar en el campo financiero relativo a la construcción de casas.

En el ámbito de la construcción, aun sin el aporte financiero del Banco de la Vivienda y a pesar de las limitaciones derivadas de engorrosos mecanismos administrativos y financieros, pudimos impulsar de manera vigorosa los programas destinados a solucionar los más urgentes problemas habitacionales de las familias de escasos recursos.

Tienen resuelto su problema de falta de terreno 15.000 familias, que pronto podrán obtener financiamiento del Banco de la Vivienda para construir sus casas. Gracias a la acción de las instituciones del Estado y de las entidades financieras en general, así como al esfuerzo de la empresa privada, al 15 de abril de 1987 se habían resuelto 20.758 casos de vivienda.

La construcción de 80.000 viviendas en cuatro años no es ya una promesa de campaña, es una meta nacional que vamos a lograr.

Seguridad para la población

Garantizarle a la población la seguridad personal y la de sus bienes, ha sido una de las labores de preferente atención en este primer año de gobierno. Hemos tomado medidas que abarcan desde el mejoramiento del equipo hasta la selección del personal más capacitado y más honesto, tanto en la Guardia Civil como en la Guardia de Asistencia Rural. Hicimos un canje de vehículos, que ha permitido dotar a la policía de los automotores indispensables para realizar su importante labor.

Por medio de operativos bien coordinados y permanentes, se ha combatido con severidad el tráfico ilegal de estupefacientes, se han reprimido numerosos atentados contra la moral y se han evitado delitos de diversa índole.

Nuestros cuerpos de policía han actuado con toda rigurosidad para mantener la neutralidad del país frente a los conflictos bélicos de otras naciones. Esto ha significado la necesidad de dedicar más de 1.500 hombres de la policía a estas acciones de vigilancia.

Sin embargo, es preciso señalar, con toda sinceridad, que la seguridad de las personas y de sus bienes se ha deteriorado. Una oleada creciente de delincuencia amenaza hoy con trastornar el orden social, si no actuamos a tiempo para evitarlo.

Lucha contra la corrupción

En este primer año de labores, hemos combatido, en una lucha sin tregua y sin cuartel, todo acto de corrupción que hemos descubierto o que ha sido denunciado de manera responsable.

Esta lucha se ha realizado dentro del más estricto apego al ordenamiento jurídico. Como lo he repetido tantas veces, el gobierno no caerá en la trampa de quienes pretenden politizar esta cruzada nacional y se valen de ella para sus propósitos personales, bien distintos al interés superior de Costa Rica.

Salud: desconcentración de funciones

Conforme a la tónica general asumida por el gobierno, en el campo de la salud hemos realizado profundos cambios estructurales para alcanzar mayor eficiencia en el cumplimiento de su cometido. Se inició un proceso de desconcentración de funciones, junto con la correspondiente delegación de autoridad, para que los funcionarios responsables en los ámbitos regional y local puedan tomar decisiones directamente.

Nos proponemos ir hacia una mayor descentralización de los servicios de salud y hacia el libre escogimiento del médico por parte del paciente.

Educación: vuelta a lo esencial

La preocupación central del Ministerio de Educación Pública ha sido mejorar la calidad de la enseñanza. Sus acciones se fundamentan en dos principios básicos: la vuelta a lo esencial y la vuelta al aula. Por una parte, promover para la formación del ciudadano, que es también responsabilidad de la escuela; y, por otra, dirigir las acciones del Ministerio para favorecer a los alumnos y a los maestros.

Se han diseñado, también, planes para introducir la computación en la escuela costarricense, de manera intensa y organizada. Actualmente funcionan cuatro centros experimentales de computación, que atienden a varios miles de estudiantes.

Esto es el inicio de una actividad que irá expandiéndose cada vez más, a la cual el gobierno le concede importancia primordial por ser uno de los factores más idóneos para la modernización del sistema educativo.

Desarrollo cultural

En el campo cultural, la labor del gobierno se ha orientado, sobre todo, a rescatar el sentimiento de identidad nacional y a fortalecer los valores que han determinado nuestra idiosincrasia, nuestra cultura democrática y nuestra vocación pacifista.

Hemos iniciado las obras del «Parque de la Paz», que dará oportunidades de recreación y deportivas a más de 300.000 habitantes de los barrios del sur de San José. Esta obra está dedicada a perpetuar, ante el mundo entero, nuestro apego a una de las más hermosas tradiciones nacionales: el amor a la civilidad.

Vocación de respeto a los derechos humanos

Por su naturaleza intrínseca y por sus relaciones con el Poder Judicial, el Ministerio de Justicia y Gracia se caracteriza por una vocación de absoluto respeto a los derechos humanos.

Sus políticas más destacadas han sido, en este primer año de mi gobierno, la humanización y la apertura del sistema penitenciario; la creación de un programa de prevención del delito; y la estrecha colaboración con la Presidencia de la República en la lucha contra la corrupción y contra el tráfico ilegal de drogas.

En manos de los señores Diputados se encuentra el proyecto de «Ley sobre psicotrópicos, drogas de uso no autorizado y actividades conexas». Ese proyecto propone la creación de un Consejo Nacional de Drogas, aumentar las penas por los delitos en ese campo, y declarar de interés público la prevención y el control de las sustancias que causan dependencia. Su aprobación es urgente.

Protección de los recursos naturales

La transformación del Ministerio de Industria, Energía y Minas en un Ministerio de Recursos Naturales ha sido uno de los empeños de esta Administración.

Nos mueve el deseo de hacer conciencia, entre los costarricenses, acerca de la crítica situación de los recursos naturales y sobre el estado en que habremos de entregarlos a las generaciones venideras.

Otros dos aspectos han tenido, este primer año, relevancia especial: la aprobación legislativa del Proyecto Geotérmico de Miravalles y la preparación del Plan Nacional de Energía, recientemente entregado al país.

La red del progreso

El Ministerio de Obras Públicas y Transportes ha realizado, este año, una labor destacada.

Se les otorgó prioridad a los trabajos de mantenimiento, mejoramiento y rehabilitación de obras y se concluyeron otras que se encontraban en proceso de construcción. Dentro de ellas, cabe señalar un número considerable de carreteras y de caminos vecinales, de vital importancia para sustentar los esfuerzos de transformación de la economía nacional.

La vía San José-Guápiles-Siquirres, inaugurada el 28 de marzo último, constituye la conclusión feliz de un esfuerzo que se inició en tiempos de Braulio Carrillo. Esta ruta ha venido a habilitar la zona noreste del Valle Central y una amplia extensión de las llanuras del Atlántico. Para quienes durante décadas esperaron pacientemente la construcción de esta obra, su inauguración fue la realización de un sueño centenario.

Reformas constitucionales

Cumplo, con todo gusto, el deber que me impone el inciso 6) del artículo 195 de la Constitución Política, al presentarle a esta Asamblea el proyecto de reformas a los artículos 14 y 15 de la Carta Magna, relativos a los requisitos que deben reunir los extranjeros para obtener la calidad de costarricenses por naturalización.

Este proyecto de reformas constituye un medio idóneo para garantizar que quienes opten por la nacionalidad costarricense sean personas de buena conducta, de cimentada moralidad, identificadas con los valores patrios, y que no se conviertan en un peligro contra nuestra identidad nacional ni contra el clima de libertades, democracia y paz, característico de nuestra sociedad.

Solicito respetuosamente a la Asamblea Legislativa que apruebe el proyecto, conforme a la redacción propuesta en el informe aprobado por este Parlamento en su sesión del 1º de setiembre de 1986.

Distribución del poder político

Una de las acciones centrales del gobierno es la ampliación de la democracia, de manera que en los procesos políticos, sociales y económicos participen cada vez más costarricenses. Dentro de ese espíritu, aspiramos a devolverles a las comunidades organizadas la decisión sobre los asuntos que las afectan. De ahí que nos hayamos propuesto fortalecer económicamente a los gobiernos locales, a fin de que rescaten el poder político que otrora tenían.

A ello responde el proyecto de reforma al artículo 170 de la Constitución Política, que años atrás propuse como diputado y ahora, de nuevo he sometido a la consideración de esta Asamblea Legislativa.

Se trata, señores Diputados, de un asunto prioritario y de vital importancia para la modernización del Estado. Los insto a aprobar esta iniciativa en la nueva legislatura que hoy se inicia, en la misma forma como apoyaron los esfuerzos del país en la solución del problema de la vivienda y en la defensa de la paz de Costa Rica.

Deuda política y período de campaña

Cuando fui Diputado a la Asamblea Legislativa, presenté a este Poder un proyecto de ley tendiente a acortar el período de las campañas electorales, a disminuir el monto de la deuda política y a dedicar parte de ésta a la formación de líderes dentro de los partidos.

Del mismo modo que la reforma al artículo 170 de la Constitución Política, considero que las modificaciones a las normas electorales, en el sentido apuntado, serán un paso de gran importancia en el fortalecimiento de nuestra democracia. Apelo a los señores Diputados para que aprueben esas modificaciones.

Trabajamos con dedicación

Los costarricenses son los mejores testigos de que en este primer año de labores hemos trabajado con honestidad y con toda dedicación para cumplir nuestras responsabilidades. Son testigos de que no nos hemos apartado ni un solo instante del mandato que recibimos del pueblo.

Desde iniciar las obras del Parque de la Paz hasta proteger el empleo; desde usar la computadora en la escuela hasta luchar contra la corrupción; desde distribuir el poder político hasta defender nuestra paz en el mundo; desde construir viviendas hasta crear una nueva economía; en todo cuanto hemos hecho, nuestro esfuerzo ha sido fiel a la voluntad del pueblo.

No en todas la tareas hemos tenido los mismos éxitos. En algunos casos no logramos todo lo que nos propusimos. Pero la política es el arte de lo posible y no de lo deseable. Reformas constitucionales y legislación importante que todavía no han sido aprobadas espero que muy pronto lo sean.

Hace exactamente seis años pronuncié mis últimas palabras como diputado. Dije entonces:

«Aprendí que el Parlamento es diálogo, transacción, búsqueda permanente del consenso, y que para ello es indispensable saber ceder y nunca sentirse poseedor exclusivo de la verdad. En la lucha constante por el consenso, se abrió para mí un mundo sin horizontes que obliga a escuchar. Escuchar al elector, al compañero de partido, al adversario, al pueblo por doquier. Aquí aprendí también que cuando se lucha por causas que cuentan con el respaldo mayoritario del pueblo, porque son esenciales para el fortalecimiento de nuestra democracia y para la convivencia humana, la espera no implica ni renuncia ni claudicación de nuestros principios, y la derrota no existe.»

Señores Diputados: el costarricense —el hombre y la mujer, el joven y el anciano— reconoce que hemos puesto lo mejor de nuestra voluntad, lo mejor de nuestra inteligencia, lo mejor de nuestra entrega, por el engrandecimiento de la patria y el bienestar de nuestros conciudadanos. Hoy reitero que mi mayor lealtad es con mi pueblo, mi mayor fidelidad es con la historia patria, mi mayor compromiso es con el porvenir. La humildad, el trabajo tesonero y la honestidad continuarán siendo la guía de todas nuestras acciones de gobierno.

Nuestro destino —el de ustedes en la Asamblea y el mío como Presidente— es vivir en medio de una crisis que nosotros no comenzamos, en un istmo que nosotros no hicimos. Pero las exigencias de la vida rara vez nos permiten escoger. Y aunque jamás ninguna generación se haya enfrentado con semejante reto, también es cierto que ninguna generación ha estado nunca tan dispuesta, como la nuestra, a hacerse cargo del deber y la gloria, de la libertad y de la paz.

Nadie en la política está más cerca de las angustias y de los dolores, de las alegrías y de las esperanzas del pueblo, que ustedes, señores Diputados.

Es aquí donde la discrepancia es sagrada, donde se reflejan y resuelven las diferencias políticas de un país libre. Es aquí donde la voluntad de la mayoría construye enriquecida por la crítica. Es aquí, y solo aquí, donde el país puede unirse para defender su paz, para derrotar la miseria y para distribuir el poder político y el poder económico a todos sus ciudadanos.

Yo recuerdo, cuando ocupaba una de estas curules, cómo diariamente compartíamos el sentir de los pueblos de la patria. Día a día buscábamos acuerdos partiendo muchas veces de diferencias que parecían irreconciliables. En la Asamblea se aprende que el primer mandato de los pueblos es trabajar, y trabajar siempre, por una efectiva igualdad de oportunidades para todos.

Quiero pedirles que me ayuden para no apartarme nunca del sentir de los pueblos. Quiero pedirles que no nos desviemos jamás de la conducta política que refleja el valor para concordar y la valentía para hacer oposición. A mi partidario fiel, y a mi adversario más recalcitrante, les digo que nos une en la tarea política el amor a Costa Rica.