Discurso pronunciado por el Dr. Oscar Arias Sánchez, Ministro de Planificación Nacional y Política Económica, el 30 de agosto de 1976, en el acto inaugural de la VII Semana de Integración Familiar, en la sala Kamakiri, en San José.
Vigencia y utilidad
Por espacio de muchos años —más bien siglos— se ha venido hablando, de generación en generación, de la crisis de la familia. Se han cuestionado su vigencia y su utilidad. Se le ha protegido unas veces y otras se ha intentado destruirla.
La familia es, sin duda, una institución natural en la que se apoyan las civilizaciones, por las características propias que posee como generadora de vida humana y de estabilidad social. Entre las sociedades que la protegen, no solo ha recibido aprobación religiosa, sino también la tutela de la ley y el apoyo de la ciencia. Las diversas manifestaciones artísticas —pintura, escultura, música y literatura— han elaborado en torno a ella los más bellos monumentos de exaltación. Se reconoce también que en el núcleo familiar existe un sinnúmero de funciones básicas para la sociedad, no solo de tipo económico, sino también culturales. Como lo expresan los documentos del Concilio Vaticano II, «la familia, en la que se congregan diversas generaciones y se ayudan mutuamente para adquirir más madura sabiduría y para concordar los derechos de las personas con las otras exigencias de la vida social, constituye el fundamento de la sociedad».
La familia ha prevalecido
A pesar de la trascendencia que tiene, la Historia nos muestra muchos ejemplos de doctrinas, teorías y planteamientos que pretenden reemplazar la familia por otro tipo de organización social, so pretexto de que, en determinado momento, no parece cumplir el papel que le corresponde. Desde las utopías de Platón hasta los experimentos ideológicos y prácticos de recientes filósofos y políticos, se han ensayado innumerables planteamientos para sustituir la familia. Bastaría recordar aquí, para ejemplificar estos intentos, a las juventudes de Hitler, a los sueños de Benito Mussolini y a los komsomolskes soviéticos. Sin embargo, es notable el hecho de que, aun contra tanta adversidad, la familia ha prevalecido, mientras las doctrinas y los hombres que pretenden sustituirla solo logran una efímera existencia o se sumergen y ahogan en el propio odio que generan. La verdad es que la familia no se doblega ante los intentos de manipulación de algunas doctrinas políticas.
El amor: ingrediente principal
Contra todos los ataques de que se le ha hecho objeto, contra todas las presiones que la angustian, contra todas las tentaciones de la vida moderna, la familia ha subsistido como fundamento insustituible de la comunidad, fortaleza que deriva, sin duda, del ingrediente principal que la amalgama y que le infunde su propio carácter: el amor. En efecto, es en el seno de la familia en donde el hombre es capaz de desarrollar intensamente su amor, sus sentimientos de colaboración, de entrega al prójimo, de sacrificio por los demás; en una palabra, en donde forja las condiciones superiores de su espíritu para aplicarlas luego en la sociedad. La familia es, así, una entidad «formadora de personas», como con acierto lo establece el lema de esta VII Semana de Integración Familiar.
Necesidad de un enfoque global del problema
Con frecuencia, cuando se analiza el problema de la familia, se suele caer en una particularización, es decir, se enfoca separadamente cada uno de sus aspectos y se proponen soluciones parciales. De este modo, nos preocupamos en forma aislada del divorcio, del abandono de la niñez, de la exigüidad de los ingresos familiares, del problema de la vivienda o del alcoholismo. Es cierto, desde luego, que atacar cada uno de estos problemas es útil, en alguna medida, para ayudar en el perfeccionamiento del núcleo familiar y de quienes lo forman, y que es igualmente importante en la tarea de preservar su integridad. Pero la ausencia de un enfoque global podría inclinarnos, sin que nos percatemos de ello, a cometer una omisión de consecuencias tanto o más graves que los intentos deliberados por destruir la familia.
Embates contra la familia
Quizá porque nos consta la protección que nuestro régimen jurídico le otorga a la familia, damos por descontada su solidez y pensamos que se halla a saldo de los embates que amenazan con socavarla. Pero, ¿es en verdad cierto y seguro que la familia está a buen recaudo contra esos ataques y peligros? ¿Nos hemos puesto a meditar en las presiones que sufre la institución en esta sociedad que la rodea y de la cual forma parte? Es posible que a veces no nos percatemos de las de las vicisitudes por que atraviesa. Evidentemente, a medida que los tiempos cambian y las sociedades evolucionan, el papel de la familia sufre restricciones. Hoy, su actividad parece haber perdido la preeminencia que le corresponde. La familia aparece disminuida en sus atributos de independencia y, más bien, relegada a una función de segundo orden. Casi ha tenido que concretarse a realizar las tareas que se le imponen desde fuera. En una palabra, está condicionada por factores externos que la controlan, que le plantean exigencias extrañas, que la desvían de su destino superior. La vorágine del progreso y las prácticas y urgencias de la sociedad de consumo, nos dejan poco tiempo disponible para atender nuestras relaciones familiares, para disfrutar la vida del hogar y para revivir el diálogo tan necesario entre los cónyuges y entre los padres y los hijos.
Promotores del matrimonio y la familia
El mismo Concilio Vaticano II demanda que «todos los que ejercen un influjo sobre la comunidades o los grupos sociales deben contribuir eficazmente a la promoción del matrimonio y de la familia» y que «el poder civil considere como un sagrado deber suyo el reconocer, proteger y promover la verdadera índole de estos grupos, garantizar la moralidad pública y fomentar la prosperidad doméstica», aparte de que es necesario que los gobiernos provean, además, «con una sabia legislación y con variedad de iniciativas, a la protección y oportuna ayuda de aquellos que, desgraciadamente, están privados del beneficio de una familia».
Dentro de esos grupos y personas que tienen influencia sobre las comunidades, el Movimiento Familiar Cristiano realiza una meritoria labor, acorde con las enseñanzas de la Iglesia. No de otra manera puede interpretarse el trabajo de los integrantes de ese Movimiento y en particular la idea de establecer la celebración anual de la Semana de Integración Familiar, que constituye sin duda una tarea de suyo valiosa para que puedan alcanzarse los objetivos de una política nacional en beneficio de la familia. No hay duda de que, sin la colaboración de dichos grupos y personas, los esfuerzos del poder civil resultarían poco eficaces.
El interés del gobierno
Por su parte, el gobierno de Costa Rica se muestra cada vez más interesado en propiciar el desarrollo integral de la familia, no solo por considerarla el fundamento de nuestra sociedad, sino por cuanto en ella se encierra, en definitiva, el objetivo básico de la prosperidad de los pueblos. De ahí los esfuerzos realizados por el gobierno para resolver los problemas de salud, de nutrición, de enseñanza, y otros que atentan contra el núcleo familiar. Pero estamos convencidos de que ha llegado el momento de que se revise la legislación del país atinente a la familia, dentro de la idea de concordar todas sus necesidades con las exigencias del momento. Es claro que las políticas relativas a la protección de la niñez y de las madres en estado de gestación, los programas de vivienda, de alimentación, salud y de educación, no tendrían ningún sentido si en el fondo de ellos no vislumbráramos un enfoque integral en pro de la familia. Todas estas políticas, con ser valiosas de por sí, no son, según lo entiende el Poder Ejecutivo, nada más que aspectos parciales de un programa de mayores alcances, es decir, la preservación y el robustecimiento de la célula más importante de la sociedad costarricense.
Revisión de leyes sobre la familia
Esta oportunidad de hoy es propicia para anunciarles, por encargo expreso del señor Presidente de la República, a quien hoy me honro en representar, que nos encontramos empeñados, en la Oficina de Planificación Nacional, en la tarea de revisar las diversas leyes e instituciones relativas a la familia, con el propósito de integrarlas en un todo coherente y armónico, capaz de colocarla en el sitio que le corresponde como sujeto principal de las políticas gubernamentales.
Valores religiosos y culturales
Gracias a la familia nos ha sido posible heredar lo mejor de nuestros valores religiosos y culturales. Es evidente, asimismo, que si deseamos construir una sociedad fundada en la cooperación y no en la competencia y en el egoísmo, ello solo será posible por medio de la familia. Estamos conscientes de que, por otra parte, la tarea a que nos enfrentamos es difícil y está llena de incomprensiones y de sacrificios. Pero las dificultades no podrán arredrarnos en tanto estamos seguros de contar con el apoyo de grupos como el Movimiento Familiar Cristiano, para enfrentarnos con decisión y sin temores al reto de preservar y fortalecer la familia.
Fuente de inspiración
La tarea en que ustedes están comprometidos es fuente de inspiración para el gobierno y garantía de éxito para alcanzar la meta de una sociedad cada vez más solidaria con los principios del Cristianismo. Sin duda, la familia es el origen más fecundo del auténtico humanismo.
A la organización a que ustedes pertenecen solo éxito puede augurársele, porque han elegido como guía al amigo que no desmaya ni traiciona jamás: Jesucristo.